Hoy venía pensando en… Mestalla, ahora que va a cumplir cien años.
No recuerdo la primera vez que lo pisé. Es imposible. Era tan crío que me es imposible tener ese recuerdo. Mi padre, valencianista de toda la vida, fue quien me llevó y quien hizo que me enamorara de ese estadio y de ese equipo de fútbol llamado Valencia. El ritual era bien sencillo, por la mañana a ver al equipo de mi pueblo, el Xirivella y por las tardes a Mestalla. Era principios de la década de los ochenta.
Son más de cuarenta años yendo cada quince días a ese vetusto estadio. Es mi segunda casa. Primero lo fue como aficionado y ahora como periodista. Y ahí he vivido tantos y tantos momentos que me sería imposible quedarme con uno solo.
Mi Mestalla de aficionado me recuerda a ese olor a puro de la tribuna, al pasodoble, al anuncio de Mitsubishi, al señor del “hay bombón helado”, a Manolo el del Bombo amagando con lanzar su bombo al graderío, a esas almohadillas verdes que se lanzaban al campo en señal de desaprobación, un hecho que para mi se convirtió en costumbre, a ese marcador gigante en el que yo pensaba que vivía un señor porque tenía puerta, a los pases que se troquelaban…
Pero también me recuerda al “Kempes, Kempes”, a Kurt Weltz, un austríaco que para mi tenía la extraña habilidad de marcar cuando llovía, a Wilmar Cabrera y sus goles de cabeza, al mexicano Lucho Flores, a Rabah Madjer que debutó marcando un gol al Athletic de Bilbao, a Soriano Aladrén pitando un penalti a Manzanedo que solo existió en su cabeza, a los valencianos Arias, Giner, Camarasa, Fernando, a mi ídolo de todos los tiempos Lubo Penev, al gol de Tendillo, a los de Roberto y Fernando contra el Real Madrid… Son tantos que para recordarlos todos necesitaría horas y horas de radio. Y todos gracias al legado mi padre que se marchó al Cielo allá por 1996
Ya sin la presencia de mi padre he podido seguir disfrutando de Mestalla hasta hoy. Es la herencia que me dejó. Él quiso que se convirtiera en mi segunda casa y que no faltara nunca a la cita cada vez que juega el Valencia. Ahí, en el vetusto Mestalla, el que cumple c
cien años, he tenido el privilegio de ver al Valencia celebrar títulos. En Mestalla he sido feliz y triste, he reído y he llorado, he sufrido y me he emocionado. Mestalla te envuelve, te hace sentir. Porque Mestalla... tiene magia centenaria