Hoy venía pensando en… lo de España como sede del Mundial 2030.
Reconozco que ayer cuando lo escuché me vinieron a la cabeza un sinfín de recuerdos junto a mi padre. Yo tenía apenas siete años cuando se disputó en España el del 82. El de Naranjito. Y recuerdo lo pesado que me puse para que mi padre, que era socio del Valencia, me llevara a Mestalla a ver a España. O a ver a Arconada, que era mi ídolo en la portería por aquel entonces. Y lo hizo. Pero eligió el peor: contra Irlanda del Norte donde perdimos 0-1 y Arconada tuvo mucho que ver en el gol de los irlandeses. Al llegar a casa me fui a la cama sin querer cenar y recuerdo que mi padre me dijo “es solo fútbol, niño”.
No, no era solo fútbol y él lo sabía. Y lo sabía porque suya fue la culpa de meterme en la sangre la pasión por el fútbol, la pasión por su Valencia. ¿Acaso pensaba que llevarme desde tan pequeño a Mestalla no iba a despertar en mi esa pasión? Pues sí, lo hizo. Y hoy 40 años después no le puedo estar más agradecido de haberlo hecho.
Echo la vista atrás y recuerdo el revuelo que se montó en mi colegio porque la selección de Honduras venía a hacer un entrenamiento. Había pocos campos de césped por aquel entonces y mi colegio tenía uno que para mi era enorme. Tanto que le llamábamos “el Mestallón”. No eran ni conocidos y hoy sería incapaz de decir un solo nombre de aquella selección pero… aquello era la pasión que afloraba por el fútbol en un niño de siete años.
El Mestallón, Mestalla, el Nuevo Mestalla. Me encantaría que ese nuevo Mestalla fuera sede del Mundial. Pero no a cualquier precio. El Ayuntamiento sabe que primero tiene que garantizarse de que el Valencia tiene todo el dinero para acabar la obra. De lo contrario, no hay convenio. Y mientras yo sueño, ya con 56 años pueda vivir una sensación similar a la de aquel niño de 7 años. Sería la cuadratura del círc