Hoy venía pensando en… el fuego purificador.
Ayer pusimos punto y final a nuestra fiesta por excelencia, las Fallas con la nit de la Cremà. Ese fuego purificador que nos recuerda que hay que volver a empezar de nuevo dejando atrás todo lo malo. Quien viene de fuera no entiende que esos monumentos tan bellos acaben siendo quemados. Pero así somos los valencianos y así nos lo han inculcado. Es la definición del Ave fénix.
Ojalá en el Valencia pudiésemos hacer algo similar algún día. Quemar y purificar todo lo que han supuesto estos últimos años con Meriton como máximo accionista y volver a empezar de nuevo. El Valencia necesita una reconstrucción y la marcha de Peter Lim.
Pensaba estos días disfrutando de las Fallas y viendo como lo hacía algún amigo mío venido de fuera, lo fácil que habría sido para Lim haber disfrutado de ellas dándose baños de multitudes por las calles de Valencia o presenciando en directo una Mascletà desde el balcón del Ayuntamiento. Pero nunca quiso ni tampoco le importó ya no el Valencia sino la ciudad de Valencia. En su soberbia lleva esa mirada altiva y ese pensamiento de que nosotros debemos ser sus súbitos por la pasta que tiene y porque según él vino a “salvarnos”. Con lo acogedora que es esta ciudad para el que viene de fuera él siempre prefirió venir con esas furgonetas con cristales tintados y que nadie pudiera acercarse a él a menos de un metro. Como si fuera un Rey en tiempos medievales.
Pues os digo una cosa, tuve la oportunidad de comer en la Falla Convento Jerusalén estas fallas. En la mesa de al lado Juan Roig con su mujer. Como uno más. Y al acabar la comida se puso a jugar al truc con unos amigos. Como uno más. Y a fortuna Lim no le gana ni de lejos. Pero para fortuna la que tiene Valencia de tener a un Juan Roig que ama Valencia y que tanto ha hecho por nuestra ciudad y la desfortuna de tener a un Peter Lim dueño de una de sus instituciones más apreciadas…