Hoy venía pensando en… la juventud.
Publica hoy mi buen amigo Darío Puig en Marca que actualmente la plantilla del Valencia tiene una edad de 22,8 años. Hay filiales que tienen una media de edad mucho más alta. Juventud, mucha juventud en una plantilla a la que ya el año pasado le tocó sufrir por no descender a segunda.
No hay nada de malo en ser joven. Es más, muchas veces esa juventud se traduce en desparpajo y motivación extra tratando de ganarse un sitio en la élite del fútbol. Vamos, que en sí mismo no tendría porqué ser malo. Pero lo es. Y me explico.
La juventud de la plantilla del Valencia responde mucho más a una necesidad que a un plan previsto. El lema ADN Mediterráneo está muy bien sino fuera porque se utiliza para vender una idea falsa de apuesta por la cantera. No, no es que se apueste por la cantera, es que la imposibilidad de llegar a buenos futbolistas dada la falta de inversión nos lleva a tener que echar mano de la cantera. Javi Guerra, Diego López o incluso el propio Alberto Marí no responden a ningún plan preestablecido. Se les apareció la Virgen tanto a ellos como a Baraja y es cierto que fueron los grandes responsables de sacar al Valencia de la difícil situación en la que se encontraba.
Por eso me da tanto miedo. No es que se busque tener una plantilla joven con la que ir creciendo, no, es que no hay más remedio ante la desidia del máximo accionista. Hay que reconocer que hoy por hoy está demasiado barato jugar en el Valencia.
Y me preocupa la falta de equilibrio. Los jóvenes deberían estar acompañados de esos futbolistas con experiencia que les vayan guiando en el camino, esos que en los momentos difíciles saben como reaccionar porque ya han vivido situaciones similares. Y de esos, por desgracia, hoy no hay tantos en la plantilla del Valencia…