Hoy venía pensando en… la magia
La que experimentamos anoche. La de Mestalla. La que hemos sentido y vivido en tantas ocasiones. La que sintió el valencianismo y en especial un chico se apenas 19 años que puede haber marcado el gol de la salvación de su equipo, ese con el que soñaba en jugar de pequeño.
Justicia poética. No debe ser casualidad que justo ayer se cumplieran 21 años de aquella remontada ante el Espanyol. No debe ser casualidad que el autor de aquellos dos goles fuera Baraja. Y no debe ser casualidad que ayer el entrenador de otra remontada épica, histórica fuera el Pipo. Debía estar escrito en el destino. Bendito destino.
Por cosas como la de anoche nos gusta tanto el fútbol. Al descanso, con la derrota momentánea y la victoria también momentánea del Espanyol ante el Villarreal, Mestalla se tiñó de tristeza y pesimismo. Pero en 45 minutos todo cambió radicalmente. Qué bonito es el fútbol cuando se vuelve loco… ¿os suena?
Javi Guerra se convirtió en nuestro héroe sin capa. El de todo el valencianismo. Se disfrazó por un instante de Tendillo. Un chico de la cantera que hace poco escribía que haber debutado con el Valencia era un sueño cumplido. Su gol de ayer es más que un sueño. Es nuestro sueño. El de poder sentirnos identificados con alguien de la casa en este Valencia tan falto de referentes al que Lim ha ido desnudando año a año, el de celebrar una épica remontada, el del éxtasis. Anoche a muchos nos costó dormir y hoy nos hemos levantado de muy buen humor. Es lo que tiene que el Valencia te afecte en lo personal y profesional.
Nuestra pesadilla de temporada ayer se convirtió en un sueño, en magia, en esperanza. Dijo Baraja hace 21 años que quiso abrazar a todo Mestalla con su gol ante el Espanyol. Ayer Mestalla abrazó a Javi Guerra. Y la magia hizo todo lo demás…