Hoy venía pensando en… la mala noche que hemos pasado todos.
La tragedia nos sacudió ayer en Valencia. Las imágenes de dos edificios ardiendo en el barrio de Nou Campanar nos sobrecogieron a todos el corazón. El rescate por parte de esos héroes llamados bomberos de una pareja atrapada en uno de los balcones nos hizo derramar lágrimas de alegría y esperanza. Pero con el paso del tiempo se tornaron en tristeza cuando fuimos conociendo el número de desaparecidos. Ningún ser humano está preparado para vivir una noche como la de ayer.
Aquí no hay colores de ningún tipo. Y Valencia volvió a demostrar que es un pueblo solidario. Las muestras se fueron sucediendo. Desde gente que ofrecía sus casas para pasar la noche a los damnificados hasta aquellos que llevaron ropa a altas horas de la madrugada por no hablar de esos héroes sin capa que son todos los servicios de emergencia. El dolor nos invadió a todos y aún hoy a estas horas seguimos en shock. Va a ser difícil recuperarse de un golpe como el de anoche.
Enfrascados en la batalla diaria, perdiendo muchas veces el tiempo por cosas tan intrascendentes que nos parecen trascendentes, cuando ves una cosa como esta te das cuenta de lo frágil que es el ser humano y de lo importante que es vivir la vida. Repito aquí no hay colores ni política. Y cuando le vas poniendo nombres a la tragedia es inevitable derramar alguna lágrima.
Valencia y Levante han pedido el aplazamiento de sus partidos y han guardado un respetuoso minuto de silencio antes de sus entrenamintos. Como debe ser. No tenemos el cuerpo como para jugar ningún partido este sábado. No me cabe duda que los valencianos tardaremos mucho tiempo en recuperarnos de esta verdadera tragedia.