Hoy venía pensando en… mis sensaciones cada vez que llega una semana de Champions.
Es algo que hoy por hoy veo tan lejano para el Valencia que ya casi he olvidado esos años en los que los valencianistas la disputaban. Y eso que solo hace cuatro años estábamos viajando por Europa acompañando al Valencia en la máxima competición. Pero de entonces a hoy han pasado tantas cosas que parece que en lugar de cuatro sean cuarenta años desde entonces.
Recuerdo aquellos viajes a Amsterdam, Londres, Manchester, Turín… y hasta casi me caen las lágrimas. Hasta aquel a Rusia, Krasnodar, ya en UEFA Europa League del que tanto me quejé por tener que estar un día completo viajando hasta llegar ahí. Sí, ese también lo echo de menos. Echo de menos ver a mi equipo entre los grandes de Europa, que es donde debería estar por historia, prestigio, títulos y afición.
Aflora en mi un sentimiento de añoranza, de tristeza, de angustia sabedor que con Lim, Meriton y sus secuaces, aquellas sensaciones que un día pudimos vivir todos los valencianistas no se van a repetir jamás. Por echar, echo de menos hasta jugar dos finales de Champions y perder una de ellas de la forma tan cruel como se perdió en Milán. Maldita la hora en la que Lim llegó a nuestras vidas, maldita la hora en que alguien se empeñó en que se convirtiera en el máximo accionista y maldita la hora en la que unos cuantos le dejaron hacerlo.
Así que odio semanas como estas en lo futbolístico. Oigo hablar de Nápoles, Salzburgo, Eindhoven, Oporto… y me entra una rabia incontenible solo con pensar cómo Lim se encargó un día de reventar todos nuestros sueños. Un pequeño secreto: empecé una colección de imanes de los lugares de nuestra última participación en ella y a este ritmo, lo sé… tardaré años en llenar la nevera…