Hoy venía pensando en… el paso del tiempo.
Ayer tras la victoria ante el Cádiz tuvimos la oportunidad de entrevistar a Rubén Baraja desde Mestalla en Radioestadio Noche. Y lo hicimos en el mismo lugar exacto en el que le hice la última entrevista un domingo de mayo de 2010 en el que fue su último partido como futbolista. Trece años después, y también en Radioestadio de Onda Cero felicitamos al entrenador.
Y me venía a la cabeza la cantidad de cosas que han pasado desde entonces. Las buenas y las malas. Las clasificaciones para Champions y las decepciones. Y es que hasta 2014 el Valencia jugaba en Europa de manera regular. Desde la llegada de Lim eso cambió y se alternó alguna buena temporada con otras no tan buenas hasta el declive final a partir de 2019.
Normal que uno se ponga nostálgico recordando aquellos tiempos en los que Baraja era futbolista. Coincidieron sin lugar a dudas con nuestros mejores años deportivos. No es casualidad. Pero hoy estamos en otros tiempos bien diferentes en los que Baraja intenta demostrar como entrenador lo mismo que ya hiciera como futbolista. Y, con lo poco que tiene, no me cabe duda que lo está consiguiendo.
Baraja ha levantado un equipo lleno de juventud y de futbolistas que mueren por él en el campo y Baraja ha conseguido unir al valencianismo en Mestalla: ayer, bajo la lluvia, en un lunes laborable, más de 41.000 espectadores. Esos son sus grandes logros de momento.
Esos y encontrar a un futbolista que puede convertirse en lo más parecido a él mismo. Ayer que no hicimos nuestra retransmisión nacional tuve la oportunidad de fijarme en él. Lo de Pepelu es brutal. Como manda, como se posiciona, como se ofrece, como mueve al equipo, como desplaza el balón. No me cabe duda que Baraja, como lo fuera él mismo… ha encontrado su líder dentro del campo…