Hoy venía pensando en… que lo de Sevilla no sea un espejismo.
Hoy debuta el Valencia de la temporada 23-24 en Mestalla. Y lo hace con las buenas sensaciones que dejó de su visita al Pizjuán. Reconozco que yo era de los que confiaba poco en ese partido a sabiendas de lo debilitado que estaba el equipo al que Lim había decidido no reforzar.
Pero es lo bonito del fútbol. Cuando menos te lo esperas el rival a priori más débil es capaz de doblegar al más fuerte. El compromiso de los jóvenes se demostró en Sevilla y estoy seguro que hoy, en su casa, en su estadio, lo volverán a demostrar. El equipo sigue necesitando refuerzos, y estamos a 18 de agosto, pero los que están y van a estar esta noche merecen todo nuestro respeto y nuestro apoyo.
La mayoría de estos jóvenes han sido criados en la cantera. Y eso tiene un valor añadido. Puestos a apostar por la juventud mejor hacerlo con gente de la casa que con futbolistas cedidos que ni tan siquiera comprenden la grandeza del club al que van. Porque los que salen de la Academia son esos cuyo sueño es jugar un día en el primer equipo del Valencia. Y suele pasar que cuando se les da la oportunidad, se agarran a él tratando de no perder ese tren.
Lo dijo Mendilibar en la previa del partido ante el Sevilla y lo repitió ayer García Pimienta. Un equipo joven pero en el que los futbolistas van a muerte con su entrenador, con Baraja. El Pipo ha sido y es un referente dentro del valencianismo y esos jóvenes lo saben. De ahí que crean en él a pies juntillas. Por eso yo insisto: creo en Baraja, creo en esos jóvenes y… por desgracia… no creo absolutamente nada en Peter Lim