Hoy venía pensando en… el romanticismo del viejo Mestalla.
En los últimos días se ha reabierto el debate sobre si el Valencia debería quedarse en el actual Mestalla y olvidarse del nuevo estadio en Cortes Valencianas. Una idea tan romántica para los que llevamos más de cuarenta años yendo a ese estadio, como casi inviable. Por muchos motivos.
Primero sobre el actual Mestalla pesa una orden de ejecución según sentencia judicial de una de las gradas que se hicieron durante la ampliación. Se trata de más de 12.000 butacas con lo que el estadio pasaría a tener una capacidad de 30.000 espectadores. Y en segundo lugar porque habría que recalificar los terrenos del nuevo Mestalla, hoy de uso deportivo, para poder conseguir financiación para remodelar el vetusto estadio de Mestalla. Y si los partidos políticos no se ponen de acuerdo con un nuevo convenio, como para ponerse en una hipotética recalificación…
Todos los valencianistas podemos tener ese sentimiento romántico transformado en añoranza el día que nos tengamos que mudar de casa. Hemos vivido tantas cosas entre esas paredes de la avenida de Suecia que es lógico y humano albergar la esperanza de poder quedarte para siempre. Pero muchas veces el romanticismo está reñido con la realidad. Yo también podría desear volver con mi ex pero a día de hoy es inviable totalmente.
Para poder crecer, el Valencia necesita un estadio moderno que sea capaz de generarle nuevos ingresos y eso pasa por el nuevo Mestalla. Además demoler la estructura sería tirar a la basura los 150 millones de euros que ha costado su construcción.
Y no deja de ser curioso. Primero fue si se podía o no firmar un convenio con quien ha incumplido, luego el número de espectadores, más tarde el cambio de promotor… y ahora… ahora desempolvamos viejos debates… No sé yo…