Hoy venía pensando en... la sanción a Rafa Mir.
Me parece que de entre todas las opciones que podía elegir el Valencia, ha sido la mejor. Multa económica importante y sanción deportiva impuesta por el propio Rubén Baraja. Todo ello sin entrar a valorar, porque no se puede hacer ningún juicio paralelo, si los hechos denunciados son verídicos o no.
Porque lo que se sanciona hace referencia exclusivamente al quebranto del régimen disciplinario interno. No es de recibo que un futbolista esté a las siete de la mañana montando una fiesta en su domicilio después de haber cerrado una discoteca de la ciudad. Y menos aún cuando la situación deportiva del equipo es la que es: 1 punto de 12 posibles. Y menos aún cuando el futbolista es la apuesta del propio entrenador y por el que más esfuerzo se ha hecho para que viniera.
Está bien que Rafa Mir pida disculpas no solo al valencianismo sino también a sus propios compañeros cara a cara en el vestuario. Pero hay una cosa que me chirría en la disculpa de su comunicado. Lo del “día libre”. Como si un futbolista en su día libre pudiera no respetar los descansos propios de un deportista de élite. No Rafa no, ni en día libre ni en día ocupado…
Y luego está lo de Baraja. Me gusta el mensaje que lanza con la sanción. Da igual que no tenga delanteros para jugar ante el Atleti o que Mir haya sido su propia apuesta. La sanción del Pipo es un aviso al resto de futbolistas de que no va a tolerar este tipo de comportamientos se llame como se llame quien lo realice. En un equipo joven y tan falto de mano dura por parte de sus dirigentes está bien que su entrenador sea al menos el que ejerza de poli malo. Porque este tipo de cosas son las que le dan credibilidad en el vestuario. Lo contrario, dejarlo sin sancion… hubiera sido pegarse un tiro en el pie…