Hoy venía pensando en… los tiempos de Lim.
Que no cabe duda que no son los del fútbol. Porque si lo fueran no habría llamado a Singapur a la presidenta, el director de fútbol y el director corporativo justo esta semana. Y me explico.
Esa reunión no hace sino más que desviar el foco de lo verdaderamente importante. El Valencia no está para distracciones jugándose lo que se juega el próximo domingo en Balaídos. Esta debía de ser una semana para hablar de fútbol y no de otra cosa dada la importancia del envite. Pero eso… a Lim… le da igual.
Y tampoco tiene mucho sentido trazar una hoja de ruta sin saber si el Valencia va a permanecer en primera división o en segunda. Salvo que sea la misma. Es decir… vender todo lo posible y comprar todo lo menos posible. Ese escenario que, por desgracia pudiera valer con un Valencia en segunda, no debería valer con un Valencia en primera.
Tampoco tiene sentido empezar la casa por el tejado. Recuerdo como antiguamente el Valencia se preocupaba por saber, llegado el mes de abril, quien iba a ser su entrenador la siguiente temporada. Hemos tenido meses de abril marcados por culebrones de renovaciones de Cuper. Benítez, Emery, Quique… Y en función del entrenador que fuera comenzar a construir el proyecto. Aquí da igual. Ya lo dijo el ínclito Murthy… Lim solo quiere entrenadores que acepten sin rechistar lo que él decida. Y así nos ha ido salvo los dos años que dio plena autonomía a un director general y un entrenador que sabían de qué va esto.
Por eso los tiempos de Lim no son los tiempos del fútbol, por eso Lim no tiene ni quiere tener idea de cómo funciona un club de fútbol y… por eso se rodea de gente que acepte todo lo que él dice, que viaje a Singapur a rendirle pleitesía aunque sea a pocas horas de un partido tan importante como el del domingo y no tengamos nadie claro donde va a estar el Valencia a partir de junio.