No fue un triunfo brillante. Más bien, una victoria gris. Con pocas ocasiones, el Valencia supo defender ante el Granada el gol anotado desde el punto de penalti al filo del descanso. Una nueva victoria que sirve a los de Baraja para llevar ya cinco partidos invictos y sumar 18 puntos. Porque los triunfos grises también suman tres puntos.
Pero de lo que no cabe ninguna duda es de la conexión que el equipo y Baraja han creado con su afición, con Mestalla. Nuevamente una gran entrada por encima de los 40.000 espectadores. Y pese a que no pudieron disfrutar de un buen juego de su equipo, los 44.922 aficionados (la tercera mejor entrada de la temporada) se lo pasaron en grande y acabaron coreando la canción "Freed from desire" . Se trata de uno de los nuevos cánticos de la Grada de Animación, con letra adaptada, que ya suena en Mestalla. Y ya casi con la victoria en el bolsillo el estadio se arrancó a cantar el estribillo.
Y es que el aficionado valencianista sabe premiar el esfuerzo de su equipo y se siente plenamente identificado con su entrenador, una leyenda dentro del valencianismo, que les hizo vivir momentos tan felices a principios de siglo y que la pasada temporada logró el milagro de la permanencia ya en su banquillo. Posiblemente vengan tiempos peores donde los resultados no acompañen pero el valencianista sabe que estos jóvenes jugadores se vacían cada partido. Y el que da todo lo que tiene, no está obligado a más.
Como Hugo Duro. Tras el empate de San Mamés todos se temieron lo peor. Una mala caída podría haber supuesto una fractura de clavícula que le habría tenido meses fuera del equipo. Se quedó un esguince y aún así en apenas siete días no se quiso perder el choque ante el Granada. Él provocó el polémico penalti y desquició a sus defensores rivales. Baraja reconocía que el delantero estuvo toda la semana entrenando con dolor pero que fue él mismo quien le pidió estar ante el equipo Nazarí. Hoy no marcó pero se ganó el respeto de todos. Sabe que el equipo le necesita y él no quiere dejarles tirados. Como Mestalla. Saben que Baraja y sus muchachos les necesitan ante los desmanes de su propietario. Y ellos, tampoco fallan.