Buñol ha vuelto a teñirse de rojo con motivo de 'La Tomatina', en la que se han lanzado 150 toneladas de tomates entre vecinos y turistas que han disfrutado de este último miércoles del mes de agosto, como es tradición, en una fiesta que fue declarada de Interés Turístico Internacional, por la Secretaría General de Turismo, en 2002.
Esta tradicional fiesta tiene sus raíces en un curioso incidente de 1945 y sigue atrayendo a multitudes de personas de todo el mundo. El último miércoles de agosto, el pueblo se sumerge en una experiencia única de doce a una del mediodía. A la edición de este año 2023, no ha querido faltar el nuevo presidente de la Generalitat Valenciana, Carlón Mazón, que ha estado acompañado por la alcaldesa de Buñol, Virginia Sanz, y el presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó, entre otros.
Hasta 150 toneladas de tomates maduros, llegadas en seis camiones procedentes de la empresa Citromed de la localidad castellonense de La Llosa. Esos 150.000 kilos de tomates han llenado el aire con su característico aroma y color. La historia cuenta que todo comenzó cuando un grupo de jóvenes, durante un desfile de gigantes y cabezudos en la Plaza del Pueblo de Buñol, desencadenó una 'refriega' con el lanzamiento de estos improvisados 'proyectiles' desde un puesto de frutas y verduras, dando paso a un evento que cambió la historia de este lugar.
Al año siguiente, este incidente se provocó con tomates preparados desde la huerta y desde casa. En los años 50 trató de ser prohibida, pero el empuje del pueblo pesó más y La Tomatina ha perdurado desde entonces, siendo una tradición conocida internacional que va a más y que se ha convertido en un gran atractivo turístico. Los años de persistencia y entusiasmo han llevado a la institucionalización de La Tomatina de Buñol como una festividad local, que ha trascendido fronteras y que se ha convertido en un evento de renombre internacional, contribuyendo a la economía local y experimentando la alegría de lanzar tomates en nombre de la diversión.