No cabe duda que está siendo una temporada desastrosa para el Valencia. Con el único objetivo de mantener la categoría, un club histórico y de prestigio como el Valencia ha llegado a fin de curso buscando el suficiente que le permita continuar en la máxima categoría. Así se escribe el guion de una campaña nefasta.
Pero entre tanta negatividad, el maestro Rubén Baraja ha sabido confiar en tres niños que le están sacando del apuro. Javi Guerra, Diego López y Alberto Marí le han insuflado aire fresco a un equipo que parecía al borde de la UVI. Primero fue el Gilet con su gol ante el Valladolid, más tarde Diego López con su actuación ante el Villarreal que le valió para ser titular ante el Celta y el último en apuntarse a la fiesta ha sido Alberto Marí marcando un gol en Balaídos que puede valer una salvación.
Decía al acabar el encuentro Alberto Marí que el suyo fue el gol "que todo delantero desea marcar". Y tanto. En la recta final del partido se levantó para rematar de cabeza un centro medido de Foulquier y darle tres puntos más que necesarios a su equipo. Ante el Villarreal unos escasos centímetros le privaron de tocar la gloria, ayer saltó esos mismos centímetros para tocarla con los dedos. Fue su noche, esa que jamás olvidará.
No sé si el suyo será el gol de Tendillo. Ese que ni él ni sus otros dos compañeros pudieron ver pero que seguro le han contado. Aquel gol ante el Real Madrid en 1983 supuso la salvación y que ningún valencianista lo olvidara jamás. Cuarenta años después se sigue recordando. Como recordará Alberto Marí su primer tanto en primera división con el Valencia, ese que todo delantero desea marcar y con el que seguro soñó en más de una ocasión. Baraja ha sido valiente apostando por los tres a sabiendas que ese deseo y esas ganas de jugar con el primer equipo podrían tener su recompensa. Y vaya que la tuvieron. En Balaídos tres niños revolucionaron la clase para tocar ya casi con los dedos el objetivo final. Aunque ese sea tan solo el de conseguir el "suficiente".