Problemas económicos: Muchas personas adoptan o adquieren una mascota, sin contemplar el nivel de gasto y mantenimiento que conlleva el tener el animalito. Una mascota es tan exigente como un bebé, los animales necesitan ser alimentados, vacunados, bañados desparasitados, además de cualquier otro tipo de tratamiento o cuidado exclusivo de su raza o especie. Cuando los dueños caen en la cuenta del nivel de gastos que conlleva tener al animal, prefieren lanzarlo a la calle sin miramientos.
Descontrol de natalidad: Esto ocurre principalmente en aquellos dueños que tienen una hembra de cualquier especie, bien sea gata o perra. El problema aquí es la falta de atención y precaución del dueño. Si la mascota no se adquiere con fines reproductivos lo mejor que se puede hacer es esperar el segundo celo para esterilizarla y así evitar la llegada de camadas inesperadas. Pero en caso de querer sacarle cría, lo ideal es dejarla encerrada en una zona segura que evite el contacto con machos de su especie.
Desconocimiento del animal: En este caso, el detonante del abandono no es los gastos que acarrea tenerle, sino lo demandante que llega a ser el animal en su rutina diaria o en sus hábitos. Como por ejemplo comprarle un gato de angora a un niño, para luego descubrir que el pequeño es alérgico al pelo de gato.