Una operación conjunta de la Policía Nacional y de la Polícia Judiciária de Portugal y EUROPOL ha permitido desarticular la organización criminal de los conocidos policialmente como "narcos del cielo", ya que estaban detrás de los planes para introducir toneladas de cocaína en Europa por vía aérea gracias al uso de aviones privados, recurriendo para ello a la financiación de empresarios chinos.
La operación ha permitido el arresto de 25 personas, 19 en España y seis en Portugal, según ha informado la Policía Nacional en una nota de prensa en la que ha dado cuenta de la investigación desarrollada en Madrid, Barcelona, Bilbao, Cuenca y Plasencia (Cáceres). Se ha decretado el ingreso en prisión provisional sin fianza para 16 de ellos.
La organización, según la Policía "altamente especializada en la introducción de alijos de cocaína en Europa", utilizaba aviones privados fletados y sus miembros contaban con numerosos contactos para el envío y la recepción de los cargamentos de cocaína.
El entramado criminal recurrió como fuente de financiación a empresarios de origen chino -conocidos como 'hawalers', que contaban con capacidad económica suficiente y una estructura que operaba a nivel mundial para realizar compensaciones de créditos al margen del sistema financiero legal.
Como resultado de la investigación se han intervenido 460 kilos de cocaína, un arma corta, más de 500.000 euros en efectivo, 18 vehículos y 45 terminales móviles, la mayor parte de ellos encriptados; también se han bloqueado 8 inmuebles valorados en más de 1.650.000 euros y 80 cuentas bancarias con un saldo de 660.000 euros.
UN COLOMBIANO Y UNA CAFETERÍA EN LA MORALEJA
Las primeras pesquisas, iniciadas en junio de 2023 de forma conjunta entre la Policía Nacional y la DEA estadounidense, se centraron en las actividades de un ciudadano colombiano residente en Madrid que, presuntamente, lideraba una importante organización criminal dedicada a la importación de grandes cantidades de cocaína.
En la fase inicial, la investigación se centró en una cafetería situada en La Moraleja (Madrid). En ésta, frecuentada por los investigados y a la que ellos mismos se referían como "la oficina", se llevaban a cabo la mayor parte de reuniones de los miembros de la organización.
Tras varios meses, los agentes confirmaron que la organización tenía acceso a varios aeropuertos europeos como punto de entrada de los cargamentos de cocaína, encontrándose uno de ellos en la localidad portuguesa de Beja. Allí el entramado contaba con una amplia estructura, motivo por el que sus miembros realizaban numerosos desplazamientos a Portugal.
En enero, los agentes tuvieron conocimiento de que la organización había lanzado su primer avión fletado desde Barranquilla (Colombia) hasta el Aeropuerto de Beja (Portugal), a bordo del cual se encontraban varios de sus miembros así como pilotos contratados al efecto.
Sin embargo, y pese al amplio dispositivo establecido, las gestiones policiales permitieron confirmar que dicho avión no había podido ser cargado con la cocaína en Barranquilla, lo que conllevó pérdidas económicas a la organización que superaban los 500.000 euros.
Entonces, recurrieron a operaciones de menor envergadura que no requiriesen un gran desembolso económico, y comenzaron a enviar maletas con cocaína desde distintos países hasta el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.
Sin embargo, los envíos fueron detectados por los agentes que interceptaron cuatro de ellos en septiembre de 2023 (con 16,5 kilos de cocaína), marzo de 2024 (31 kilos de cocaína), abril de 2024 (60 kilos de cocaína) y septiembre de 2024 (20 kilos de estupefaciente).
Asimismo, el pasado mes de mayo la organización envió un contenedor de aguacates desde Perú hasta el Puerto de Barcelona. En esta ocasión contenía 344 kilos de cocaína ocultos en el suelo de la estructura, si bien los agentes interceptaron el mismo antes de que llegara a los miembros del entramado.
En junio de 2024, los investigados realizaron un segundo intento para transportar la droga en un avión privado. Tras conseguir financiación a través de varios inversores externos procedentes de México, fletaron una aeronave privada desde Johannesburgo (Sudáfrica) hasta República Dominicana, donde debía cargarse el estupefaciente, para dirigirse finalmente a Reino Unido. Al igual que en el primer intento, los problemas logísticos impidieron cargar la cocaína.