El municipio cacereño de Albalá celebra, de 25 al 27 de diciembre, su fiesta de Las Tablas, una tradición que data del siglo XV y que consiste en la elaboración de unos tableros decorados con panes, frutas y flores que pueden llegar a pesar hasta 50 kilos y que son llevados por dos jóvenes "quintas" como ceremonia de ofrenda y como significado del paso de la niñez a la juventud.
En sus inicios, era una ofrenda al Niño Jesús que tenía mucho que ver son la fertilidad al son de un baile protagonizado por las dos mozas que cargan los tableros ayudadas por los acompañantes que danzan a su alrededor.
Con el tiempo, por los años 70 y 80, la fiesta evolucionó y pasó a ser una tradición de los quintos y las quintas, que cumplen 18 años, y que protagonizan "el paso de la niñez a la juventud", ha explicado el alcalde de la localidad, Juan Rodríguez, en la presentación de Las Tablas, que ha tenido lugar este martes en Cáceres, junto a la diputada de Igualdad de la Diputación de Cáceres, Antonia Molina.
"Estas fiestas son un sentimiento, es algo que realmente se vive, donde todo un pueblo se lanza a la calle, se une con la música a un ritmo muy peculiar, con todo tipo de instrumentos o enseres que teníamos por casa, todo el mundo marcamos ese ritmo y todo el pueblo es protagonista del baile y de dicha música", ha indicado el regidor.
Así, durante los tres días (25, 26 y 27 de diciembre), una vez finaliza la misa mayor, se recorren todas las calles del pueblo con "alegría y orgullo" para hacer partícipe a vecinos y visitantes de esta festividad.
Unos festejos que llevan varios intentos para que sean reconocidos por parte de la Junta como Fiesta de Interés turístico Regional. De hecho, entre las candidaturas individuales y las que se han presentado de forma conjunta con otras localidades donde también se celebran, como Valdefuentes o Torre de Santa María, ya van siete veces.
"Estamos luchando para conseguirlo", ha dicho Rodríguez, que ha recordado que se trata de un reconocimiento a las tradiciones y a la cultura popular de una fiesta que los jóvenes de Albalá esperan "con ilusión", y el último día "lloran" al saber que dejan atrás una etapa de su vida.