El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Cereza del Jerte ha comenzado a certificar las primeras picotas de la temporada.
De esta forma, la auténtica picota del Jerte llega al mercado casi un mes más tarde que la cereza, una vez alcanzado el "grado óptimo" de madurez.
"Hasta ahora no se han comenzado a certificar las primeras picotas. Al contrario que las cerezas, estas tardan más en madurar, tienen un sabor más dulce y se desprenden del pedúnculo de forma natural", explica el presidente del Consejo Regulador, José Antonio Tierno, que añade que cuando llega el momento de la recolección "el rabito queda prendido del árbol y el fruto se recoge sin él".
Por el momento, se han recolectado unas 300 toneladas de cereza Navalinda. Unas cifras que superan a las del año pasado, en el que se perdió la mayor parte de la cosecha por "el desastre de las lluvias".
Estima una recolección de picota de unas 2.000 a 3.000 toneladas, aunque todo depende de que "no haya problemas de climatología adversa", añade Tierno. Hasta la fecha, la campaña avanza con normalidad, y desde la D.O.P reciben la temporada de la picota "can ganas y mucha ilusión", añade Tierno.
Desde el Consejo Regulador, insisten, además, en que "no todas las cerezas son picotas". Esta última es una variedad originaria del Valle del Jerte, que tiene una mayor vida útil, y, aunque es más pequeña, dispone de un gran sabor.
Al llegar los meses de verano, los agricultores las recogen a pie de árbol en cestas de castaño, siguiendo una tradición familiar de siglos. Es entonces cuando, tras "una rigurosa selección y un exhaustivo control de calidad", la D.O.P comienza la certificación.
Sólo las mejores se identifican con el Sello de Calidad "Cereza del Jerte". De esta forma, se garantiza la máxima calidad que acoge la Denominación de Origen Protegida Cereza del Jerte y que es fácilmente distinguible gracias a la contraetiqueta ubicada en las cajas de cerezas y picotas.