La profesora titular del área de Toxicología de la Facultad de Veterinaria de la UEx Ana-Lourdes Oropesa ha señalado la importancia de garantizar la seguridad de los alimentos como objetivo "clave" de la ciencia y de las autoridades sanitarias.
De este modo lo ha apuntado la investigadora de la UEx en el marco del Día Mundial de la Seguridad Alimentaria, y al hilo de lo cual explica los principales riesgos asociados a la contaminación de los alimentos.
En este sentido, apunta que las actividades industriales, agrícolas y ganaderas representan las principales fuentes de emisión de contaminantes al medio ambiente (aire, suelo y agua), actuando éstos como matrices de exposición para los organismos vivos (plantas y animales) y en última instancia para el ser humano a través de la dieta.
Así, los alimentos y el agua de bebida pueden constituir una vía "importante" de exposición, no sólo de agentes patógenos responsables del desarrollo de enfermedades infecciosas y parasitarias, sino también de contaminantes ambientales de origen inorgánico y orgánico, así como toxinas.
Ana-Lourdes Oropesa, profesora titular del área de Toxicología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Extremadura, profundiza en algunos aspectos fundamentales de este problema de salud global.
En concreto, incide en que el ser humano tenga a su disposición alimentos que no contengan ningún tipo de sustancia química, a niveles superiores a los estipulados por la legislación vigente, ni agentes infecciosos (virus y bacterias) o parasitarios que constituyan un riesgo para su salud.
Recuerda también que al margen de los agentes infecciosos y parasitarios, los alimentos pueden estar contaminados con toxinas, que son sustancias químicas producidas por organismos vivos.
Las más peligrosas son las de origen marino (saxitoxinas) trasmitidas a través de la ingestión de moluscos bivalvos (mejillones, ostras, etcétera) o, por ejemplo, en otras regiones, las producidas por peces como el pez globo (tetradotoxinas), explica en nota de prensa la UEx.
Después, también se encuentran las micotoxinas, que son producidas por hongos que proliferan en alimentos como cereales, frutos secos o productos cárnicos curados cuando no se conservan en condiciones ambientales idóneas. Las más peligrosas son la aflatoxina-A y la ocratoxina, ambas catalogadas por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) como agentes carcinógenos y, por lo tanto, suponen un riesgo importante para la salud pública.
Por otra parte, están las sustancias químicas de origen antropogénico, es decir, aquellas producidas por la acción del hombre a través de las industrias y las prácticas agrícolas y ganaderas. Estos contaminantes pasan al medio ambiente (aire, suelo, agua) y de allí a los seres vivos como plantas y animales, que a través de la cadena trófica acaban llegando al ser humano.
En este grupo de sustancias químicas tenemos fundamentalmente complejos clorados como los plaguicidas y también sustancias que se han sintetizado artificialmente para usos industriales, como los policlorobifenilos, que se han utilizado en equipos de refrigeración, condensadores, pinturas, etcétera, o dioxinas y furanos generados en otros procesos industriales.
Estas sustancias están actualmente prohibidas, pero el problema es que son muy persistentes, es decir, no se degradan fácilmente, por lo que se siguen detectando en el medio ambiente y en productos animales.
Además, tienen otro condicionante fundamental, y es que se acumulan en los tejidos grasos de los organismos vivos de estos medios, por ejemplo, el acuático, experimentando un proceso de biomagnificación, es decir, que conforme estos organismos son predados por otros se produce una trasmisión del contaminante y un incremento de su concentración en los organismos más grandes.