No suele ser una buena señal darte cuenta que vives de los recuerdos, porque es un síntoma inequívoco que algo se está acabando -yo sentencio con un “no vamos a vivir siempre”- pero ese sentimiento cobra tintes más preocupantes cuando lo hacen propio los aficionados, porque saben que la vida de los clubs no tiene límites.
Ese choque de sensaciones lo acabamos de sentir con los homenajes a Scaloni, Bebeto, Mauro Silva y Alex, y yo lo celebro porque nos ha permitido disfrutar de recuerdos inigualables, aunque soy consciente que vivir de ellos es peligroso porque, sin quererlo, nos alejan demasiado de la realidad actual.
En cualquier caso aprovechemos para que la gente conozca lo que en verdad pasó en julio de 1992, cuando, tras superar al Betis en una promoción de infarto y cerrar la conversión del Club en SAD, partíamos, con 4 millones de dólares, mi añorado Luisín Sánchez Doporto y yo, a una “misión imposible en Brasil”. Podría ser el título de una película, pero no. Había que fichar, con ese dinero, a Bebeto, con pie y medio en el Borussia, y a Mauro Silva, deseo de la Roma.
Al llegar a Rio nos estaba esperando Lito Miguez, amigo y estrecho colaborador en la gestión de esos fichajes, confirmándonos lo que ya nos había adelantado días antes para evitar que viajásemos: “no hay nada que hacer. Bebeto se va a Alemania” y “yo, como os dije, esta noche, me marcho de vacaciones para A Coruña”.
Eso si, hasta la hora de su vuelo, Lito se volcó. Fue quien cerró una comida con los máximos representantes del Vasco de Gama -el Presidente de la entidad, Calzada y el de Fútbol, Eurico Miranda- que certificaron que el acuerdo Borussia-Vasco-Bebeto estaba cerrado. Solo faltaba firmarlo.
Todo pintaba mal, porque hasta marchaba nuestro hombre clave en Rio y ello hacía imprescindible hallar nuevos aliados para poder convencer a Bebeto. Los encontramos en Eurico Miranda, y, en especial, en el expresidente del Flamengo que había fichado a Bebeto siendo un niño. Este era el colaborador perfecto. porque justo vivía en su condominio de la Barra de Tijuca, al que, por medidas de seguridad, era imposible acceder si no te introducía un vecino.
Con su ayuda fue como llegamos al chalet de Bebeto -que contaba con su campito de fútbol para entrenar- no sin antes sufrir las amenazas de unos perros a los que controló el vecino-intermediario. Nos recibió Denise, a la que le obsequiamos con un collar de Sargadelos y un precioso libro de A Coruña, que mostraba la belleza de la Playa de Riazor -que la bautizamos como “pequeña Copacaban”- y conseguimos convencerla de lo horroroso que era el clima de Dortmund. Denise lo vio claro y, tras concretar detalles del contrato, llamó a Brankini y le espetó: “Giovanni, o Bebeto vaise a Coruña”. Y colgó. Si, Denise quizás fuese la que más se merecía el homenaje.
Con la moral a tope, porque nadie pensaba que lo pudiésemos fichar -no quiero ni imaginarme lo que “mis amigos plumillas” escribirían sobre “mis fiestas” en Brasil, si llegásemos a regresar sin Bebeto tras una semana de estancia- nos fuimos a São Paulo. Allí las cosas fueron más sencillas, porque la gente del Bragantino y Mauro, ya habían viajado varías veces a Galicia… pero los diversos emisarios del Club siempre carecían del poder suficiente para firmar.
Todo fue muy rápido. Nos alojamos en el mismo hotel en el que estaba concentrado el equipo y allí redacté los contratos. El Bragantino jugaba para alcanzar el podio del Brasileirao en el Estadio Morumbí. Entre infinidad de velas encendidas a imágenes a las que se encomendaban los jugadores -me pueden creer que impresionaba- encontramos libre una camilla de masaje, que nos sirvió de mesa de despacho en la que estampar las firmas que ligaban a Mauro y Bragantino con el Deportivo.
Lo demás, su paso por el Depor, ya lo conocen ustedes… y los que por su edad se lo perdieron, habrán podido comprobar estos días el cariño de la gente por los años que nos han ofrecido de fútbol, alegrías y títulos, en un homenaje que les ha tributado la afición también como representantes de tantos jugadores que lo han merecido.
Como Alex Bergantiños, otro homenajeado en el Teresa Herrera, pero no creo que deba mezclar dos épocas tan distintas en todo, por lo que reservo para otro día ensalzar a Alex... y contarles por qué el Deportivo ha tenido que asumir la organización del Decano.
Será otra verdad, como lo que ocurrió en Río, que lo rememoramos en unos minutos mágicos en el Estadio -entre besos, abrazos y alguna lágrima- Bebeto, Denise, Mauro y yo. Solo nos faltaba mi querido Luisin. Ahí queda lo que entonces sucedió en la semana en la que se gestó el nacimiento del Súper Depor y del “Sambódromo de Riazor”, por el que, años después, desfilarían figuras estelares como el “Maestro” Djalminha, Rivaldo, Donato, Flavio , Luizao, Filipe Luís… que dieron sentido a mi axioma desde niño: “¡El fútbol se escribe con B… de Brasil!”.
Augusto César Lendoiro.
ExPresidente R.C.Deportivo.