Amancio y Veloso fueron para los deportivistas de mi generación, lo que “La Orquesta Canaro”, con Acuña y Rafael Franco a la cabeza, y el paso meteórico de Luisito Suárez, fueron para la quinta anterior y lo que Bebeto, Mauro Silva, Fran… representaron para la “joven” camada que nació con un “Super Depor”, que, hace hoy 30 años, ocupaba el liderato de la Primera División, avanzada la 1992-93.
En las últimas fechas medios y redes sociales han rescatado una foto de Luísito Suárez y de Amancio, vestidos de blanquiazules en un amistoso en Riazor. Es la imagen de las dos máximas figuras que ha dado el fútbol coruñés, y, quizás, el fútbol español: el único Balón de Oro de la historia y Amancio, Balón de Bronce.
Pero para mi, sin duda, su pareja de baile en la Sala de Fiestas “Riazor” fue Veloso. Era una dupla de ensueño que hacía que todos viviésemos soñando con el partido del domingo, aunque el equipo jugase en Segunda División. Hasta entonces nunca los chavales de los 60 habíamos disfrutado tanto en los encuentros del Deportivo. Su compenetración era perfecta, Una muestra única de la mágica cantera gallega.
Amancio había llegado al Deportivo desde los modestos coruñeses, en concreto desde un Victoria de lujo -con Jaime Blanco, y Moncho- y se convirtió, en pocos encuentros, en la incuestionable estrella blanquiazul, certificando con jugadas de oro esa leyenda urbana que el jugador nace. Amancio no era hijo de una Escuela al uso. Venía de “entrenar” en una calle de tierra del barrio coruñés del Gurugú.
Ello no fue óbice para su triunfo inmediato en el fútbol profesional. El que lo dude que le pregunten por el coruñés al gran Iribar, que, en sus inicios con el Basconia, recibió en Riazor cinco goles, llevando la firma de Amancio el que abría la cuenta, en el primer minuto de juego, haciendo realidad la frase más manida entre los coruñeses: “si llegas al campo cinco minutos tarde te pierdes el primer gol”.
Goles y jugadas para el recuerdo, hicieron que muchos, yo el primero, hayamos sentido una especial admiración por aquel jugador que te embrujaba y con el que, aparte de ser tu ídolo -siendo yo juvenil del Depor, había tenido el premio de poder entrenar un par de veces con el primer equipo para completar los 22 jugadores en los partidos de los jueves- se le unía el ser yo el presidente de su hermano.
Júan Carlos Amaro, era un gran jugador de un Ural impresionante, pero carecía del “hambre” de triunfar de su hermano, pero fue básica su complicidad para que yo pudiese hacerle al astro, ya estrella del Madrid, una amplia entrevista para La Noche, periódico santiagués en el que hacía diariamente pinitos periodistícos en mi etapa universitaria
A Amancio también le debo el ayudarme a convencer a José María García para que el Interviu, de rabiosa moda, pusiese el broche al Marathon de 72 horas de fútbol sala y a las Bodas de Oro del Español de Santa Lucía, con un Palacio de Deportes a reventar para gozar del los Ufarte, Adelardo, “Butanito”… y, muy en especial, para contemplar los últimos regates de Amancio Amaro en su ciudad.
Debió vestir la camiseta de España siendo jugador del Deportivo, pero sufrió él, y también el club, la Injusticia clamorosa de no llevarlo al Mundial de Chile, porque, aunque jugase en Segunda, estaba en uno de los mejores momentos de su vida deportiva. Se había proclamado máximo goleador y llamaba la atención en todos los estadios (en El Molinón fue un escándalo) y además la selección carecía de un buen jugador de banda derecha (en Chile jugó Collar en esa posición) … pero él, como en su día otro genio, Acuña, estaba en el “Coruña”… y, a mayores, habría supuesto un importante encarecimiento de su traspaso al Madrid, cosa que al final firma, en muy buenas condiciones, el Presidente Cebrián Brizuela
Creo que en A Coruña no se ha reconocido en su justa medida lo que Amancio ha hecho por el Deportivo de los años 60. A la afición nos llenó de alegría y al club de millones. Pocos han hecho tanto a cambio de tan poco. Por eso quiero recordar su paso por la blanquiazul y ojalá podamos el sábado homenajear a Amancio en ese Riazor que le vio nacer como figura del fútbol. Sus méritos vistiendo de blanco, como era de justicia, ya se han encargado otros desde Madrid de destacarlos.
Se nos ha ido nuestro Garrincha, que era, como el canainho,”La Alegria del Pueblo” … pero con más gol. Ese hombre que nos hizo levantar mil veces del frío asiento corrido de cemento con sus regates impresionantes y con sus goles increíbles. El chaval de la calle Vizcaya que “obligaba” al deportivista a convertir de repente el Estadio en un inmenso mosaico de rosas blancas. Es mi emocionado recuerdo de niño, con un Riazor, hasta la bandera, tomado por miles y miles de pañuelos de gol en honor del Gran Amancio..
Bien orgullosos de él tienen que estar su esposo, Consuelo, sus hijos y mi querido Juan Carlos. La Leyenda ya Descansa En Paz.
Augusto César Lendoiro
Ex-Presidente R.C.Deportivo.