La decisión del árbitro Alejandro Hernández Hernández de anular un penalti que había pitado a favor del Celta en el último minuto del partido contra el Sevilla alborotó Balaídos, indignado por la resolución del colegiado después de la revisión del VAR, un final caótico dentro de un encuentro en el que el equipo vigués, pese a estar casi media hora con un jugador menos por la expulsión de Tapia, pagó su falta de puntería (1-1).
El Celta compareció en Balaídos como un equipo emprendedor que dominó los primeros veinte minutos. Su puesta en escena fue modélica. Marcó el ritmo inicial, dificultó con su presión la salida del conjunto andaluz, acumuló buenas oportunidades hasta alcanzar el gol.
La primera gran ocasión celeste llegó en el minuto 12 después de un grave error defensivo de Soumaré. Ese fallo permitió a Larsen plantarse solo ante Nyland, pero perdonó el mano a mano al picar la pelota sobre el portero.
Unos minutos más tarde, Mingueza probó con un saque lateral de falta, un centro que se envenenó con el viento y, tras tocar Nyland, acabó en el travesaño. El Celta siguió encerrando al Sevilla, poco contundente atrás. Mediada la primera mitad, y en otra falta lateral, un buen centro de Aspas lo cabeceó a quemarropa Starfelt para marcar.
Ese gol avivó al Sevilla, hasta ese momento desdibujado, anodino. Reaccionó veloz con un cabezazo de Ocampos que sacó Guaita y, cerca del final del primer tiempo, con un disparo de falta de Gudelj que también rechazó el portero.
Diego Alonso retocó su equipo en el descanso. El Sevilla mejoró, pese a que el Celta mantuvo el control en el primer cuarto de hora. Starfelt rozó el segundo gol con una pelota que paseó por el área pequeña desde un saque de esquina. El ritmo aumentó, resquebrajó el partido hasta una batalla de ida y vuelta sobre un campo pesado.
El equipo andaluz se fue apoderando de la pelota. Más posesión, más aproximaciones a la portería de Guaita. Ocampos avisó con un remate de cabeza y un lanzamiento lejano. Ese nuevo escenario de dominio sevillista quedó favorecido además con la expulsión de Renato Tapia, un error del peruano, que, pese a tener una tarjeta amarilla, derribó con dureza a Lukebakio.
Sin embargo, el Celta no flaqueó. Solo lo condenó su falta de eficacia en ataque. Malgastó grandes oportunidades: Nyland sacó tiros cercanos de Larsen y Bamba; desde el área pequeña Larsen cabeceó fuera un centro de Carles Pérez; el delantero noruego desaprovechó poco después otro buen envío. Demasiados errores claros, determinantes.
Ese desacierto celeste contrastó con la enorme pegada del Sevilla. Su primera llegada fue un balón de En-Nesyri al larguero. La siguiente acabó en el gol del empate al cazar cerca del área pequeña una pelota muerta que había dejado Mingueza con un mal despeje. Y rozó la remontada en el tiempo extra con un cañonazo de Rakitic y un centro lateral que no culminó Pedrosa.