Sorpresa es un estado de alteración emocional espontáneo y efímero, como reacción a algo novedoso, inesperado o imprevisto. Es una de las seis emociones básicas identificadas por Paul Ekman y Wallace V. Friesen en su libro de 1975 'Unmasking the face’. Aunque algunos como Disney-Pixar no la consideren tal, sin embargo es la más particular de todas porque puede tener cualquier valencia, es decir, puede ser neutral, agradable o desagradable.
Además de los efectos físicos evidentes (elevación de las cejas y del párpado superior, descenso de la mandíbula y apertura sin tensión en torno a la boca) produce una disminución de nuestra frecuencia cardiaca y aumenta nuestra respiración. Y subjetivamente bloquea o interrumpe cualquier otra actividad que estemos realizando para focalizar toda nuestra atención en aquello que nos sorprende. Esto se intensifica, quedándosenos 'la mente en blanco', cuando el evento resulta importante para nosotros. De esta manera nos adaptamos mejor y más rápido a los cambios.
La emoción de sorpresa amplifica nuestra relación afectiva. Es decir, cuando recibimos una sorpresa agradable nos sentimos más felices que aquellos que están en una situación similar a la nuestra pero no han sido sorprendidos.
Si en las pasadas Navidades has sido sorprendido alguna vez ¡vaya suerte que has tenido!
Mi deseo para este recién estrenado nuevo año impar es, al menos, seguir sorprendiendo. NMHA mediante.
Texto:
Miguel Tébar, periodista musical de: El País • La Opinión • RockDeLux • Efe Eme y Onda Cero.