Hola, Victorio.
El Murcia necesitaba mejorar mucho cuando llegó Pablo Alfaro al banquillo. Y efectivamente, está mejorando. Ya sé que es difícil creérselo del todo después de dos 0-0 consecutivos. Pero es que mejorar y obtener resultados no siempre va de la mano. Lo ideal es mejorar y ganar, pero ojo, también se puede mejorar y perder. Así que ese término medio de mejorar y empatar no está tan mal.
El Murcia está en el trampolín, balanceándose, preparado para saltar. Puede hacerlo en cualquier momento. Sólo necesita una victoria. Sólo necesita lo más difícil.
Tras el partido en casa del Intercity, podemos confirmar algunas buenas noticias que se insinuaron contra el Castilla: el Murcia es un equipo que ya muerde, que compite cada vez mejor, que empieza a presionar como un equipo de arriba. Que puebla más el centro del campo, que recurre sin complejos al juego directo y que defiende con seriedad. Ya es mucho.
Otra cosa son las carencias y las limitaciones que vamos a arrastrar toda la temporada. En el fondo, nos lo hemos ganado. El club despreció la plantilla del año pasado y ha traído jugadores que ahora descubre que son peores que los que ya había. O que siendo mejores jugadores, están en fases de sus carreras que les hacen peores.
Por cierto, ya que todo el mundo olvidó tan rápido a Armando, yo me sigo acordando de él. Cuando tenemos lesionados a la mitad de nuestros centrales, me acuerdo de Armando. Cuando nuestro único lateral izquierdo sigue decepcionando, me acuerdo de Armando, que cumplía a la perfección allí donde lo pusieras. Qué fácil es despreciar lo que uno ya tiene en casa y sabe que funciona, y qué fácil es abrazarse a lo nuevo por descubrir. Luego, cuando descubres que lo de casa era mucho mejor, ya no lo tienes. Se aplica al fútbol, pero diría que también se aplica a la vida.
Buenas tardes.