Los fallecimientos ocurridos durante el confinamiento están conllevando procesos y repercusiones diferentes a las de una época normal. En muchos casos los enfermos de coronavirus fallecen sin más compañía que la de personal sanitario, y en el resto de muertes en centros hospitalarios solo hay a veces un familiar de acompañamiento.
En la Asociación Goizargi de ayuda al duelo creen, así lo explica la psicopedagoga Raquel Mateo, que “los ciudadanos aún están con el impacto de una situación en la que estamos conviviendo más que nunca y muy de cerca con la muerte”, sin embargo, el contexto en el que la vivimos es muy diferente.
Raquel Mateo advierte que “hay sanitarios que están acompañando a los enfermos en el momento de la muerte y eso tendrá un coste para ellos porque es un proceso duro”. Del mismo modo, en esta etapa no podemos vivir el duelo con el proceso funerario habitual.
Aunque son “afortunados” tampoco es fácil el papel del familiar que “muchas veces es el único en estar con el enfermo moribundo en un centro sanitario”, y le toca despedir de parte de una familia entera a la persona que va a fallecer.
Es por esto que Goizargi continúa prestando apoyo en sus grupos de duelo. Las videollamadas están permitiendo “un punto de cercanía” por poder observar a las personas en sus domicilios, donde no existe la frialdad de una sala de reuniones.
