Osasuna empató en Getafe demostrando con hechos que quería ganar el partido, y eso es bueno. Sebastián Jáuregui, Jesús Brun y Javier Saralegui convienen en que el entrenador hizo un planteamiento ambicioso y ofensivo, sobre todo tras lograr el empate a uno, y que si alguien mereció ganar fue por muchos momentos Osasuna, aunque el Getafe metiera el miedo en el cuerpo en los minutos finales con algún remate a portería.
En un análisis más profundo aparece la figura de Pablo Ibáñez como uno de los jugadores decisivos, por su fútbol de ataque y visión de juego, dentro del partido. Ibáñez siempre mira hacia adelante y entra al terreno de juego, sea como suplente (lo habitual) o como titular (como en los últimos dos encuentros) con la misma actitud de echar al equipo entero arriba y arengar a sus compañeros. La pena es que no habla fuera de los terrenos de juego. En una situación que se le puede ir complicando, con una oferta de renovación por parte del club vigente desde la temporada pasada y de momento no aceptada por el jugador, el osasunismo ve cómo uno de los de casa no quiso renovar el año pasado, ampliándose su contrato al ejecutar Osasuna unilateralmente una cláusula de su contrato que estaba establecida, y sigue sin renovar este año, cuando a partir de enero será libre para escuchar ofertas de cualquier equipo.
Quizás Pablo Ibáñez ha elegido ya en qué club quiere continuar su prometedora carrera profesional, o quizás tiene dudas, o simplemente la incertidumbre no le agobia y prefiere dedicarse solo a jugar. Pero no lo sabemos, como tampoco podemos hablar de cómo ve el fútbol y cómo se ve a sí mismo porque declina las solicitudes de entrevistas. De momento al aficionado no le queda otra que esperar si quiere saber qué va a hacer Pablo en el futuro y si es feliz en Osasuna.