Osasuna perdió en Vallecas el sábado un partido que tenía aparentemente controlado. Aparentemente. El equipo adoleció de falta de ambición para ir a por el segundo tanto una vez marcado el primero, aunque la explicación puede venir por la falta de energía que reveló el entrenador, Jagoba Arrasate, al término del encuentro. Una falta de energía que hizo pedir el cambio a Juan Cruz y Moi Gómez, con Raúl García de Haro también muy cansado. Esa es la causa de que, por primera vez en muchos partidos, los extremos jugaran los 90 minutos. Rubén Peña y Rubén García, habituales sustituidos en las segundas partes, terminaron el encuentro buscando a la desesperada, como el resto del equipo, un empate a dos goles que no llegó.
Fuera por el cansancio o por tener menos motivación que un Rayo que se jugaba el descenso, el caso es que Osasuna tiró la toalla en Vallecas. Al equipo no le dio para más en lo físico (era la jornada 32) y en lo futbolístico. La lesión muscular de David García en la primera parte había quemado una ventana de cambios y al final Arnaiz y Svensson se quedaron en el banquillo.
El Rayo no dominó la segunda parte de manera clara, pero Osasuna tampoco. Los de Íñigo Pérez atacaron a ráfagas, pero a base de empentones y oleadas con más o menos orden acabaron encontrando las oportunidades y los espacios para hacer dos goles en cinco minutos y remontar el partido. Osasuna no fue capaz de aguantar siquiera el 1-1 ya con el Rayo claramente venido arriba y con fe en la victoria, fe que les faltó a los rojillos.
Lo mejor, sin duda, la renovación automática del contrato de Pablo Ibáñez, que no esconde el enquistamiento en las conversaciones para su prolongación, y el debut de Asier Osambela, aunque fuera por las circunstancias del partido.