La Guardia Civil, en el marco de la operación Alipar, ha detenido a siete personas pertenecientes a una organización criminal dedicada a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y tráfico de drogas. En la operación se ha logrado liberar a 13 mujeres, víctimas de explotación sexual que en el momento de la intervención se encontraban bajo el control de la trama criminal. Durante la actuación se han realizado tres registros domiciliarios en las localidades de Barakaldo, Bilbao y Fruiz de la provincia de Bizkaia. La investigación se inició a raíz de la declaración de un testigo protegido.
La organización criminal realizaba la captación de las mujeres en países de Sudamérica, principalmente Paraguay y Colombia, aprovechando la situación de vulnerabilidad, necesidad y pobreza que tenían en sus países de origen, ofreciéndoles unas condiciones de vida y laborales prometedoras. Para trasladar a las víctimas realizaban varias escalas en distintos países europeos hasta llegar a su destino final en Bilbao. Una vez allí eran informadas de su verdadera condición laboral y obligadas a prostituirse.
Llamamiento a los puteros
Tras la presentación de la operación, que ahora avanza en el ámbito patrimonial, el delegado del Gobierno se ha dirigido directamente a la "conciencia de los puteros" a los que ha pedido no sólo "que dejen de hacerlo" sino que tengan en cuenta que con sus acciones colaboran en "deshumanizar a las mujeres que ejercen en contra de su voluntad y bajo coacción". Denis Itxaso les ha pedido que denuncien cuando "vean que ese tipo de actividad roza la explotación sexual"
Condiciones infrahumanas
Las condiciones a las que estaban sometidas las víctimas eran infrahumanas e insalubres. Las mujeres eran controladas diariamente en la viviendas donde han sido liberadas en Zorroza , por integrantes de la organización, incluso a través de circuitos cerrados de televisión, pudiendo salir del lugar de explotación únicamente una hora al día. Asimismo, eran obligadas a aceptar clientes las 24 horas del día, los siete días de la semana e incluso el consumo de cocaína si los clientes así lo determinaban. También organizaban fiestas temáticas donde las víctimas tenían que acceder a las peticiones de los clientes.