Prorrogar el incumplido y estéril Protocolo de Kyoto hasta 2017 y mantener los contactos para que se pueda llegar a alcanzar algún tipo de compromiso sobre reducción de emisiones en 2020. Esos son los frutos de las casi dos semanas de reuniones y los casi dos años de contactos previos. Pobre balance.
Por eso son muchos los que opinan que este tipo de cumbres deberían de replantearse o reformularse para llevarlas a cabo de otra manera y, quizás, desde otro foro alejado de la ONU, vista la incapacidad de esta organización para seducir a la comunidad internacional en la lucha contra el cambio climático.
Que hacemos, seguimos con la táctica del avestruz, mantenemos la postura del “esto a mí no me puede estar pasando” o del “empieza tu primero” o redirigimos los esfuerzos, replanteamos las propuestas y volvemos a empezar.
Porque ¿saben una cosa? lo del cambio climático, no es que esté pasando, es que ahora sabemos a ciencia cierta que es ya irreversible. Pero en nuestras manos continua estando que sea o no catastrófico.