EL BLOG DEL LECTOR

Libros sobre dinero y felicidad

Este pasado domingo, se proclamaron los premios de la crítica 2012. Y ganó La hija del Este, de Clara Usón(Seix Barral) una de las novelas por las que apostamos en el programa el año pasado. La incluiremos en nuestra lista de recomendaciones para el Día del Libro, que colgaremos en unos días. Estén atentos.

ondacero.es

Barcelona | 17.04.2013 16:11

El blog del lector 16/04/2013
El blog del lector 16/04/2013 | ondacero.es

Esta semana hablamos de dinero y de felicidad con un ensayo, Lo que el dinero no puede comprar, de Michael J. Sandel (Debate), y una novela, La lista de mis deseos, de Grégoire Delacourt (Maeva). Traemos una sorprendente novela negra, Cold cold ground, de Adrian McKinty (Alianza) y una curiosa propuesta para quienes gusten de las interioridades de la literatura, Monsieur Proust, de Céleste Albaret (Capitán Swing).

 

Cold cold ground

En el programa, ilustramos este libro con la canción de Tom Waits que da título a la novela, Cold cold ground. Su autor es Adrian McKinty y la edita Alianza en su recién estrenada colección de novela negra.

Cold cold ground me ha gustado y me ha sorprendido a partes iguales. Puestos a resumir argumentos, aquí van tres reflexiones:

Primero. Es una estupenda novela negra que se sustenta en dos bases fundamentales, un buen argumento y buenos personajes.

La trama te engancha, te coge por el cogote y te va conduciendo hacia la que supones resolución lógica… y ¡zas!¡te cambia de dirección cuando menos lo esperas!

Está narrada en primera persona por un detective de homicidios, Sean Duffy, en la Irlanda del Norte de los años 80 del siglo pasado. Duffy es un católico enrolado en un cuerpo básicamente protestante; para los católicos es un traidor mientras que los protestantes no acaban de fiarse de él.

El ritmo está bien dosificado, a partir de una buena estructura.

Segundo. La ambientación en Irlanda de Norte añade un elemento de descontrol y peligro que marca todo el relato. Un plus.

Eran momentos de altísima tensión y gran dureza. Los primeros capítulos coinciden con la huelga de hambre de presos del IRA en la cárcel de Maze, en 1981. Fue un pulso entre los presos irlandeses y la recién fallecida Margaret Thatcher. Murieron diez presos, entre ellos Bobby Sands, que no estaba acusado de delitos de sangre y se convirtió en un símbolo de los republicanos.

McKinty ha sabido transmitir el odio y la desesperación; hueles los neumáticos quemados y sientes el miedo dentro de los uniformes de la policía en los barrios controlados por el IRA, de la misma forma que notas la amenaza de los paramilitares unionistas en las zonas protestantes.

El autor, quizás porque ahora viva en las antípodas, zurra a todos por igual, no es maniqueo. Y puede hacerlo por la profundidad de su protagonista, por el acierto de haber enfundado a un católico en el uniforme de un policía de Su Majestad.

Tercero. Además está bien escrito. McKinty estudió filosofía en Oxford, no es moco de pavo, y lleva a cuestas doce novelas. Tiene oficio.

Y sabe de lo que escribe porque nació y creció en aquellos escenarios. La comisaría de Duffy está en el barrio en el que vivía; tenía 13 años cuando sucedieron los hechos de Maze.

¿De qué va?

En aquel ambiente de violencia sectaria aparece el cadáver de un hombre con la mano cortada. Un fiambre más de una guerra civil no declarada. El inspector jefe le pasa el caso a Duffy para que lo cierre rápido. Sin embargo, aparece otro cadáver más y el detective descubre que ambos eran homosexuales, católicos y estaban relacionados con el IRA. Y hasta aquí puedo leer.

 

Felicidad y dinero

Suena Tres cosas hay en la vida –ya saben: salud, dinero y amor–. De haberse compuesto ahora esta canción, el dinero sería la primera palabra de la lista y, quizás, la única. Traemos dos libros que hablan de eso, de la vida y del dinero desde dos puntos de vista muy distintos. Son un ensayo y una novela.

 

Lo que el dinero no puede comprar

Hoy prácticamente se puede comprar todo. En una prisión de California, pagando 82 dólares la noche, tienes derecho a una celda mejor. Si abonas 1.500 dólares anuales –además de la póliza correspondiente– algunas mutuas te dan el número privado de tu médico. Universidades norteamericanas de elite aceptan estudiantes mediocres si sus padres hacen aportaciones generosas. En otro sentido, hay compañías que pagan a personas para que se tatúen su publicidad, hay empresas que alquilan a sin techo y a desesperados para que hagan colas larguísimas para sus asociados... Y así casi hasta el infinito y más allá.

Esos son solo algunos de los ejemplos con los que se abre el libro Lo que el dinero no puede comprar¸ que tiene como subtítulo un elocuente Los límites morales del mercado. Su autor es Michael J. Sandel, uno de los más estimulantes pensadores contemporáneos y lo edita Debate.

La verd es que el libro plantea preguntas que darían para muchas tertulias: ¿deberíamos pagar a los niños para que saquen buenas notas? ¿Debemos permitir que las empresas compren el derecho a contaminar? ¿Es ético pagar a seres humanos para que prueben medicamentos? ¿Es ético vender la ciudadanía de un país occidental solo a quienes se la puedan pagar?

El libro, obviamente, no responde una a una a esas preguntas sino que se plantea las grandes cuestiones que laten detrás. Básicamente dos: ¿es ético que todo pueda comprarse o venderse? y  ¿cuáles son los límites morales del mercado?

Sander es un tipo que escribe bien y que te invita a darle al coco. Su curso sobre Justicia, en la universidad de Harvard, ha batido records de matrículas y de asistentes.

Su forma de escribir, implica al lector en el debate; es un defensor del método socrático y se nota mucho.

 

La lista de mis deseos

Como complemento traigo una novela corta que tiene mucho que ver con la felicidad y su precio. Se titula La lista de mis deseos, del francés Grégoire Delacourt, con el sello Maeva.

El punto de partida es muy interesante. Jocelyn y su marido han elaborado una lista de deseos vitales y conforme los cumplen los tachan. Hasta que a ella le tocan 18 millones en la lotería…y puede hacer realidad todos esos deseos de golpe.

Antes de decírselo a nadie, Jocelyn se debate en un mar de dudas. Piensa que si lo hace, si cobra ese pastizal, habrá dejado de soñar y su vida cambiará completamente. Así que, de momento, guarda el boleto… y hasta ahí puedo leer.

El planteamiento, decía, es muy interesante. El libro, de hecho, ha sido un éxito en Francia con 500.000 ejemplares vendidos. Ha servido para descubrir que muchos organismos de loterías europeos disponen de un gabinete de psicólogos que asesoran a los afortunados para que no pierdan la cabeza.

Aviso importante. Es un libro sencillo y debe leerse más como una fábula que como una novela al uso.  De esa manera se disfruta más... y se piensa más.

Me explico. Como novela se me ha hecho algo corta para lo que requiere un planteamiento y un tema muy complejos y le falta algo de profundidad en los personajes. Eso sí, Jocelyn, la protagonista, te gana desde el principio y te sientes muy próximo a sus cuitas y a esa pregunta insidiosa: ¿sería más feliz si pudiera tener de golpe todo lo que siempre he querido?

Lean, piensen y respondan.

 

Monsieur Proust

Voilà un libro muy especial, una forma alternativa de conmemorar el centenario de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

Hace 100 años, en 1913, se publicó Por el camino de Swann, el primer volumen de los siete que componen En busca del tiempo perdido, una de las obras magnas de la literatura universal, obra del francés –y propagandista de las magdalenas– Marcel Proust.

El libro se titula Monsieur Proust, está escrito por Céleste Albaret y lo publica Capitán Swing.

¿Quién es Céleste Albaret? ¿Una estudiosa de Proust? ¿Una crítica prestigiosa? ¿Una catedrática?

Pues no. Era el ama de llaves de Proust y su enfermera en sus últimos años, justamente en los que escribió En busca del tiempo perdido.

Céleste fue un testigo excepcional de la vida de uno de los hombres clave de la literatura del siglo XX. Compartió con él la intimidad, los miedos y las obsesiones. La buena mujer vivió 93 años y fue la criada del escritor desde 1913 a 1922, año de su muerte. Se mantuvo en el anonimato hasta que, en la década de 1970, una editorial la convenció para que escribiera estas sorprendentes memorias, llenas de encanto.

Monsieur Proust es, además, un testimonio único de la obsesión creativa del autor y de la relación difícil entre la vida real y la vida interior del escritor. Un documento impagable para quienes sientan curiosidad por los mecanismos íntimos de la literatura.