Era diciembre de 1812, y España vivía uno de los momentos más oscuros de su historia. La Guerra de Independencia contra las tropas napoleónicas había dejado al país al borde del colapso. Las arcas del Estado estaban vacías, la moral de la población era baja, y las ciudades se veían desbordadas por las dificultades económicas.
En medio de esta desesperación, una idea surgió como un rayo de esperanza: la creación de una lotería que permitiera financiar la reconstrucción del país y, al mismo tiempo, ofrecer a los ciudadanos una oportunidad de cambiar su destino, aunque fuera por un momento. Así nacía la Lotería de Navidad, el 18 de diciembre de 1812.
Una Lotería de Navidad creada por necesidad
El primer sorteo de lo que hoy conocemos como Lotería de Navidad tuvo lugar en Cádiz, una ciudad que, además de ser un enclave estratégico, se había convertido en símbolo de resistencia contra la ocupación francesa. Cádiz, protegida por las Cortes Generales, era también un hervidero de ideas para reorganizar un país devastado. Fue en este contexto cuando el ministro del Consejo y Cámara de Indias, Ciriaco González Carvajal, propuso la creación de una lotería similar a la que ya se utilizaba en Nueva España (actual México).
El objetivo principal no era otro que recaudar fondos para el Estado sin imponer nuevos impuestos, algo que habría sido inaceptable para una población agotada por la guerra y las exacciones francesas. La idea era sencilla pero ingeniosa: ofrecer la posibilidad de ganar grandes premios a cambio de una inversión mínima, mientras las arcas públicas se nutrían de una parte significativa de lo recaudado.
El primer sorteo: 18 de diciembre de 1812
El primer canto de la suerte no resonó un 22 de diciembre, como muchos creen, sino un 18 de diciembre de 1812. Aquella fecha fue testigo del nacimiento de lo que conocemos hoy como la Lotería de Navidad. Cádiz, epicentro de la resistencia y la esperanza, acogió este sorteo inaugural en el número 10 de la Plaza de San Antonio, bajo el nombre de Lotería Moderna.
Aunque lejos del esplendor actual, aquel sorteo tuvo un éxito inmediato. Por 40 reales, los gaditanos podían aspirar a ganar un premio mayor de 8.000 pesos fuertes, una cantidad que podría cambiar vidas en medio de la adversidad. El formato básico, con números asignados a boletos que luego se sorteaban al azar, ya contenía la esencia del ritual que emociona cada diciembre.
Pero ¿por qué ahora el sorteo se celebra el día 22? La respuesta está en la practicidad de las arcas estatales. Aunque no fue hasta 1892 cuando el día de la lotería cambió al 22 de diciembre, con el tiempo se decidió ajustar la fecha para cerrar el año fiscal con los ingresos del sorteo. Así, el 22 de diciembre se convirtió en la víspera ideal para inundar de ilusión las calles antes de la Navidad, consolidando una tradición que ha perdurado más de dos siglos.
El sorteo más esperado del año
Con el tiempo, la Lotería de Navidad trascendió su propósito original y se convirtió en un fenómeno nacional. Mientras España dejaba atrás las cicatrices de la Guerra de Independencia, y más tarde las de la Guerra Civil, este sorteo anual fue ganando un carácter casi mágico. No solo representaba la posibilidad de cambiar la vida de un instante a otro, sino que se estableció como un símbolo de esperanza y unidad, una tradición profundamente arraigada en el imaginario colectivo.
A partir de la década de 1960, la televisión se convirtió en un aliado clave para consolidar esta tradición. Los anuncios navideños de la Lotería de Navidad comenzaron a ser mucho más que simples mensajes publicitarios: se transformaron en pequeñas obras de arte que capturaban la esencia de la temporada. Desde entonces, estas campañas han sabido tocar las fibras emocionales de los espectadores, apelando a valores como la solidaridad, la familia y la magia de compartir.
Uno de los anuncios más icónicos llegó en 1999 con "El calvo de la Navidad", un personaje que se convertiría en el rostro más reconocible de estas campañas. Interpretado por Clive Arrindell, el misterioso calvo repartía suerte con un soplo mágico de brillo y nieve. Su figura marcó toda una era hasta 2005 y dejó un legado difícil de igualar.
En 2014, la Lotería apostó por un giro emocional con el anuncio protagonizado por Manuel, el camarero de un bar que guardaba un décimo para su cliente más fiel, aunque este no lo había comprado. Titulado "El bar de Antonio", la historia de generosidad y amistad se volvió viral y reavivó la conexión emocional con el sorteo. La música de Emilio Aragón y la frase "El mayor premio es compartirlo" resonaron en los corazones de millones.
Y en 2015, con la historia de "Justino", un vigilante nocturno animado que compartía la suerte con sus compañeros a pesar de sus solitarias jornadas laborales, llevó la magia de la Lotería a un nivel casi cinematográfico, ganando reconocimiento internacional.
Este año, el anuncio de la Lotería de Navidad 2024 vuelve a tocar la fibra sensible con una emotiva historia centrada en la solidaridad. El protagonista, Julián, es un hombre de 60 años que vive solo en un pueblo rural casi despoblado. En una entrevista, confiesa no tener con quién compartir un décimo de lotería. Su historia se vuelve viral con el hashtag #YoTambiénComparto, y cuando no gana, descubre que muchas personas han decidido compartir su premio con él, reforzando el mensaje de unión y esperanza.
Estos anuncios han evolucionado hasta convertirse en una parte esencial del ritual navideño. No solo anuncian el sorteo, sino que también generan conversación, nostalgia y, sobre todo, ilusión. Su capacidad de captar las emociones colectivas ha hecho que el sorteo sea mucho más que un evento económico; es un fenómeno cultural que une a millones de personas, dentro y fuera de España, cada diciembre.
Los niños de San Ildefonso: guardianes de una tradición centenaria
Cada 22 de diciembre, las voces de los niños del Colegio de San Ildefonso resuenan en todo el país, marcando el inicio oficial de la Navidad en España. Pero, ¿quiénes son estos pequeños cantores que transforman números y premios en música? Su historia es tan antigua como entrañable, remontándose al siglo XVIII.
El Colegio de San Ildefonso, fundado en el siglo XV en Madrid, comenzó como una institución para acoger a niños huérfanos, brindándoles educación y una oportunidad para prosperar. En 1771, estos niños fueron invitados por primera vez a participar en los sorteos de la Real Lotería, y su papel se consolidó con la creación de la Lotería de Navidad en 1812. Su canto, meticuloso y afinado, no es solo un testimonio de tradición, sino también de precisión: memorizar los números y premios requiere semanas de ensayo.
Cifras y curiosidades: la Lotería de Navidad, mucho más que un sorteo
Desde su creación en 1812, la Lotería de Navidad ha crecido hasta convertirse en uno de los sorteos más importantes a nivel mundial. En 2023, el premio más codiciado, El Gordo, alcanzó los cuatro millones de euros por serie, con un total de premios distribuidos que superaron los 2.500 millones de euros. Pero la Lotería de Navidad es mucho más que cifras millonarias; ha generado historias inolvidables que han tocado los corazones de los españoles.
Una de las anécdotas más curiosas es la del número 00000, que fue premiado en dos ocasiones: una en 2018 y otra en 2022. Este número ha generado una leyenda popular sobre la suerte y la repetición de los números “mágicos”. Además, durante momentos históricos como la Guerra Civil Española, el sorteo continuó de forma ininterrumpida. Las bolas se trasladaron desde Madrid a Valencia y, posteriormente, a Barcelona, evitando que cayeran en manos enemigas. A pesar de los momentos difíciles, la Lotería de Navidad se mantuvo intacta, como un símbolo de esperanza para la población.
La Lotería de Navidad también ha dejado huellas más allá de lo económico. A lo largo de los años, son numerosas las historias de personas que, tras ganar, han decidido donar parte de su premio a causas solidarias o ayudar a su comunidad. La magia de este sorteo no solo radica en el dinero, sino en los gestos de generosidad que ha inspirado en generaciones de españoles.
Un ejemplo destacado es el de una familia de Albacete, que en 2016 ganó El Gordo y decidió donar una parte significativa de su premio a organizaciones benéficas locales. Otro caso es el de un ganador de Galicia, quien, al recibir su premio, estableció una beca para estudiantes desfavorecidos en su comunidad.
Así, cada 22 de diciembre, más que un sorteo, se celebra una tradición que llena de ilusión, esperanza y solidaridad a millones de personas en todo el mundo.