Los científicos han intentado predecir el futuro del hielo marino del Ártico durante varias décadas, confiando en una serie de modelos climáticos globales que simulan cómo reaccionará el sistema climático a todo el dióxido de carbono que ingresa a la atmósfera. Pero las predicciones de los modelos no han estado de acuerdo ampliamente. Entre la generación actual de modelos, algunos muestran septiembre sin hielo desde 2026; otros sugieren que el fenómeno comenzará tan tarde como 2132.
El autor principal del nuevo estudio es Chad Thackeray, investigador asistente del Centro de Ciencias del Clima del Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la UCLA. A su juicio, una razón por la cual las predicciones sobre la pérdida de hielo marino divergen tanto es que difieren en la forma en que consideran un proceso llamado retroalimentación de albedo de hielo marino, que ocurre cuando un parche de hielo marino se derrite por completo, descubriendo una superficie de agua de mar que es más oscura y absorbe más luzsolar que el hielo lo hubiera hecho. Ese cambio en la reflectividad de la superficie de la luz solar, o albedo, causa un mayor calentamiento local, lo que a su vez conduce a una mayor fusión del hielo.
El ciclo exacerba el calentamiento, una de las razones por las cuales el Ártico se está calentando el doble de rápido que el resto del mundo.
Para su estudio, Thackeray y el coautor Alex Hall, profesor de ciencias atmosféricas y oceánicas de la UCLA, se propusieron determinar qué modelos son más realistas en cómo sopesan los efectos de la retroalimentación del albedo del hielo marino, que supusieron que los conduciría a proyecciones más realistas para la pérdida de hielo marino.
Afortunadamente, al menos para fines de investigación, la retroalimentación del albedo del hielo marino no solo ocurre durante largos períodos de tiempo debido al cambio climático; también ocurre cada verano cuando el hielo marino se derrite para la temporada. Y las observaciones satelitales en las últimas décadas han rastreado esa fusión estacional y la retroalimentación resultante del albedo.
Thackeray y Hall evaluaron la representación de 23 modelos del deshielo estacional entre 1980 y 2015 y los compararon con las observaciones satelitales. Conservaron los seis modelos que mejor capturaron los resultados históricos reales y descartaron los que habían demostrado estar fuera de la base, lo que les permitió reducir el rango de predicciones para los septiembres libres de hielo en el Ártico.