Los resultados, publicados en la revista 'Plos One', evidencian que "unos niveles de alérgeno que por sí solos no dan alergia, cuando se combinan con las partículas diésel sí la producen", ha explicado la jefa del grupo de investigación, Maria Jesús Cruz, en declaraciones a Europa Press. El estudio se ha centrado en las concentraciones de soja en el aire, ya que es un agente que está demostrado que provoca mucha alergia y del que Barcelona hace un estricto control --en el mismo VHIR-- desde que en los años 80 se produjeron epidemias de asma por las descargas que se hacían en el puerto, pero "es extrapolable a otros, como el polen", ha asegurado Cruz.
Cruz ha recordado que hay otros estudios que han demostrado que en episodios de contaminación la incidencia de la alergia es más alta, y ha explicado que el vínculo se debe a que tanto las emisiones de los vehículos como los agentes alérgenos en el aire "son partículas que están presentes en el aire y pueden interactuar fácilmente entre ellas". Las pruebas se han hecho con ratones a los que se hacía inhalar soja y partículas diésel: mientras que suministrando solamente soja no se detectaban síntomas de asma alérgica hasta que no se llegaban a los 5 mg/ml de soja, cuando se combinaba con partículas diésel bastaba con 3 mg/ml para dar lugar a una reacción asmática.
Además, la reacción era diferente: un estudio de biomarcadores mostró que cuando los animales sólo están expuestos a la soja está implicado un solo tipo de linfocitos --un tipo de glóbulos blancos de la sangre--, mientras que los ratones que habían inhalado ambas sustancias presentaban más de un tipo. El estudio se fija en las partículas provocadas por los motores a gasóleo porque "son los principales contaminantes de la ciudad" y, aunque los motores de gasolina también pueden afectar --cualquier emisión de partículas a la atmósfera puede potenciar la alergia--, son los que tienen más incidencia.