El gran cohete de SpaceX se disponía de nuevo este jueves a hacer su primer viaje de prueba hacia la órbita terrestre. Sin embargo, tras su despegue realizado con éxito desde su base en la costa de Texas (EEUU), la nave ha explotado. Los restos del cohete han caído sobre el agua.
El supercohete, formado por una nave (Starship) y un propulsor (Super Heavy Rocket) completamente integrados, pudo despegar en este ocasión después del intento fallido del lunes, cuando los técnicos de la compañía del multimillonario Elon Musk desistieron al detectar que una válvula de presurización estaba congelada.
Una gran nube de gas cegó la plataforma de lanzamiento durante el despegue, de la que emergió el mayor cohete que ha despegado en la Tierra hasta la fecha.
Estaba previsto que el cohete se separase poco después y volviera a tierra para realizar un amerizaje controlado cerca de Starbase, mientras que la nave alcanzara la órbita y cruzara sobre el Atlántico, África, el Índico y el Pacífico impactando finalmente en el norte de Hawai.
Desde el equipo de SpaceX afirman que les servirá para aprender y apuntan que "seguirán recopilando datos" para mejorar las maniobras. No obstante, reconocen que la prueba ha sido un éxito porque ha conseguido despegar de la plataforma sin problemas.
La compañía señaló: "Como si la prueba de vuelo no fuera lo suficientemente emocionante, Starship experimentó un rápido desmontaje no programado antes de la separación de la etapa".
La intención de SpaceX es que Starship sea un sistema de transporte reutilizable en el futuro, "diseñado para llevar tanto a la tripulación como a la carga a la órbita terrestre, ayudar a la humanidad a regresar a la Luna y viajar a Marte y más allá", según ha explicado la propia compañía en un comunicado.