La irrupción de las redes sociales no solamente ha modificado nuestro modelo de sociedad (y nuestra manera de conocer gente, entablar amistades, buscar trabajo, restaurantes, lugares turísticos o incluso informarnos sobre la actualidad), también está teniendo un impacto en la educación de niños y adolescentes que hoy pasan cada vez más horas de su tiempo en estos entornos virtuales y digitales.
Muchos docentes ven las redes sociales con suspicacia, temor o rechazo. Los estudiantes actuales son diestros en su uso, mientras que una mayoría de docentes van por detrás en sus conocimientos sobre usos y funcionamiento.
Pero es posible ver este aspecto como una ventaja, no como un punto negativo. Pues sabiendo que lo que realmente determina el aprendizaje es la emoción, ¿qué mejor noticia que encontrar la manera de emocionar a los estudiantes?
Conectar con el alumnado
Son muchos los recursos digitales que, desde hace una década, se usan a diario con éxito en el contexto educativo: blogs, webs, podcasts o redes sociales. Recientemente también se les han unido aplicaciones relacionadas con la evaluación como Kahoot y Plickers.
Estas herramientas ayudan a los profesores a motivar a sus alumnos y, por tanto, a mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje. Diversos estudios han demostrado que algunas de estas tecnologías innovadoras aumentan la comprensión de los conceptos impartidos. Además, provocan una retención más profunda de la información y estimulan un mayor interés por la materia.
Las redes sociales, a pesar de no estar diseñadas específicamente para la didáctica, sí son una eficiente herramienta de transmisión de información. Los docentes pueden compartir ideas o teorías con los estudiantes e impulsar la participación y comunicación.
Algunas investigaciones sugieren que el uso de estas plataformas en cursos en línea mejora la presencia social de los estudiantes y la comunicación entre ellos.
Reconectar al profesorado
Pero, además, este tipo de herramientas digitales son útiles también para el profesorado. En el desarrollo de la profesión docente se hace imprescindible una formación permanente mediante cursos, charlas o conferencias. Todo esto se hace de manera más fácil e inmediata también a través de las redes sociales.
Un ejemplo son los conocidos “claustros virtuales”. En ellos, profesorado de diferentes centros e incluso de distintas partes del mundo comparten ideas, experiencias y materiales, con la intención de aprender los unos de los otros.
Por eso, internet resulta ser un espacio de divulgación y creatividad especialmente útil para los futuros docentes, porque ha permitido la creación de bancos de información muy útil, real y actualizada.
Poner en marcha proyectos que utilicen las redes sociales tiene dos ventajas principales. La primera, la mejora del proceso de aprendizaje; y en segundo lugar, la ampliación de la formación de los futuros maestros, sembrando en ellos la semilla de la utilización de estas herramientas en el contexto educativo.
Instagram, un potencial olvidado
Aunque redes como Facebook o Twitter han sido ampliamente investigadas para su uso didáctico, las posibilidades de Instagram, a pesar de su popularidad entre los estudiantes, no han sido tan exploradas.
La principal fortaleza de esta red social es su formato visual. En ella el aprendizaje se convierte en un proceso sencillo y atractivo. Resulta mucho menos arduo compartir y conocer información técnica si se realiza de manera simplificada a través de una imagen.
Conocedores de todos estos datos, decidimos poner en marcha una iniciativa pedagógica con esta plataforma como eje vertebrador. Fue llevada a cabo durante dos cursos consecutivos con alumnado universitario del Grado de Maestro en Educación Primara, en la asignatura de Actividad Física y Salud.
Estudiantes divulgadores
La tarea académica planteada consistía en que cada estudiante utilizara su cuenta personal de Instagram para promocionar los contenidos impartidos en dicha asignatura. Cada uno debía realizar una publicación, acompañada con la etiqueta maestros2019 o maestros2020, explicando, debatiendo o cuestionando enseñanzas adquiridas en clase relacionadas con la actividad física, la práctica de ejercicio físico, el sedentarismo o la evaluación de la condición física.
La propuesta tenía dos objetivos principales. Por un lado, la divulgación de información que promoviera un estilo de vida saludable. Y por otro, hacer responsable al creador del contenido de revisar los datos publicados. Posteriormente todas estas publicaciones y las interacciones que generaban eran analizadas por todo el grupo en una de las sesiones presenciales semanales.
Al término del proyecto se registró el grado de satisfacción del alumnado a través de una encuesta. Así se pudo concluir que la incorporación de esta red social supuso una alternativa adicional a la consolidación del aprendizaje. Además, hizo que aumentara el interés del grupo hacia el contenido propio de la asignatura. Y, finalmente, les invitó a reparar en la importancia de hacer llegar a la población este tipo de información relacionada con la salud y el bienestar.
Hugo Olmedillas Fernández, Profesor Educación Física, Universidad de Oviedo y Laura Albillos Almaraz, Maestra de Educación Física. Estudiante de doctorado., Universidad de Oviedo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.