INVESTIGACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE NUEVA YORK

La mutación que nos hizo perder la cola, un misterio más cerca de ser resuelto

Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York ha localizado la mutación que podría estar detrás de esta adaptación evolutiva, para la que la comunidad científica no encuentra una respuesta clara.

ondacero.es

Madrid | 28.02.2024 19:04

Un chimpancé descansado en el safari de Ramat Gan, en Israel
Un chimpancé descansado en el safari de Ramat Gan, en Israel | Getty Images / Safari de Ramat Gan

A pesar de que la teoría de la evolución fue formulada por primera vez hace más de un siglo por Charles Darwin, este complejo proceso de adaptación de las especies sigue escondiendo numerosos secretos: el genetista y sus sucesores plantearon la idea de que las especies transmiten su legado a través de los genes, y que solo los individuos con las características biológicas más adaptadas al entorno sobrevivirán para transmitir estos genes a su prole.

Sin embargo, en ocasiones pueden darse mutaciones que cambian por completo el rumbo de las especies: hace 25 millones de años, los primates tomaron dos caminos diferentes: los chimpancés y los orangutanes - los llamados hominoideos - evolucionaron hasta dar lugar a un tal homo sapiens, mientras que los conocidos como "no hominoideos" o "monos del Nuevo Mundo" conservaron un rasgo que sigue suponiendo un misterio para los biólogos y los expertos en evolución: la cola. ¿Por qué nuestra rama evolutiva perdió este apéndice con el que se cuelgan en los árboles los titís y los monos capuchinos?

El gen saltarín que nos impidió seguir saltando entre los árboles

Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York, liderado por Itai Yanai ha publicado recientemente un artículo en la revista Nature que parece localizar el origen de la mutación por la que perdimos la cola: el gen TBXT, que en algún momento se habría visto afectado por un "gen saltarín" que habría incentivado la pérdida de esta extremidad entre los simios.

El equipo de investigación ha llegado a esta conclusión tras rastrear genéticamente las diferencias entre los primates con cola y los simios, que no la poseemoss: el cruce genético ha llevado al equipo a la conclusión de que esa mutación casual en el gen TBXT podría estar detrás de este rasgo evolutivo.

El misterio de la pérdida de la cola

Ya en 1923, la genetista rusa Nadezhda Dobrovolskaya-Zavadskaya reparó en las diferentes longitudes de cola que presentaban las ratas con las que experimentaba. Más tarde, se especuló con la posibilidad de que el gen TBXT incidiese directamente en la longitud de los rabos de los mamíferos, y nuevos experimentos realizados con ratas confirmaron esta hipótesis.

A lo largo de la historia de la especies, estas mutaciones en los genes son bastante habituales: sin embargo, pasan de ser sucesos anecdóticos a hitos cuando estos cambios provocados por las mutaciones cambian el rumbo de una especie: en este sentido, aún queda mucho por descubrir con respecto a la desaparición de la cola.

Si bien se ha afirmado en numerosas ocasiones que la pérdida de la cola favoreció que nuestros antepasados comenzaran a caminar erguidos y a profundizar en las aptitudes manuales, El País cita a dos investigadoras que se muestran críticas con esta teoría: Miriam Kronkel y Emily Casanova han comentado el artículo de Nature, afirmando que la presencia de una cola no solo no afecta a la habilidad de locomoción bípeda, si no que puede contribuir incluso a mejorar nuestra estabilidad.

¿Qué ventaja ofrecía entonces perder la cola? Los científicos no han alcanzado un consenso, si bien es cierto que nuestra especie se desarrolló en un contexto en el que ya no resultaba tan crucial habitar y saltar de árbol en árbol.

El coxis, un vestigio de la cola

Los seres humanos, a pesar de la distancia histórica y genética, todavía conservamos un vestigio de la cola con la que nuestros ancestros se balanceaban: durante la gestación, entre el primer y el segundo mes, desarrollamos momentáneamente un pequeño rabo que termina convirtiéndose en el coxis.

Precisamente uno de los impulsores de la investigación publicada en Nature, Bo Xia, decidió profundizar en la desaparición del antepasado del coxis después de lesionarse gravemente en este hueso durante un viaje en Uber, tal y como ha declarado para The New York Times.