Desde Marte nos llega el sonido del día gracias al sismógrafo que la nave InSight de la NASA colocó allí el pasado diciembre. En abril, ya apareció la primera grabación de lo que los científicos consideraban que era un martemoto.
Era poco más que un zumbido, pero fue el primero paso para que los expertos de la NASA empezaran a identificar las señales que iba enviando la InSight para trabajar posteriormente con ellas. Gracias a ese trabajo minucioso se han podido detectar 21 martemotos en este tiempo.
¿Y cómo se consigue? Acelerando diez veces el sonido recibido y procesándolo para que aquello que era un simple soplido, o un “terremoto” silencioso como explicaba la NASA, se ha logrado hacer más audible.
Gracias a este trabajo, y al resto de datos que ha ido enviado el sismógrafo de la NASA, los científicos han podido estudiar la corteza de Marte. Y se cree que es una mezcla de la de la Tierra y la de la Luna, aunque con más similitudes a nuestro satélite por los cráteres que tiene.
Por eso, los terremotos en Marte suenan durante un minuto más o menos (como en la Luna) en lugar de solo unos segundos (como en la Tierra).