Después de ganar todos los premios imaginables con 100 balas y sumirnos en la más absoluta depresión post-serie tras diez años de intrigas y violencia pulp, Brian Azzarello (Broken city, Joker y Lex Luthor: man of steel ambas junto al impresionante Lee Bermejo, el western Loveless o Filthy Rich con el valenciano Víctor Santos) y Eduardo Risso (ilustrador argentino que ha trabajado a uno y otro lado del Atlántico, en historias como Caín, Fulú, Chicanos, Borderline, Batman, Transmetropolitan, y un largo etc.) se tomaron un respiro mutuo, para regresar en 2012 por la puerta grande.
En Spaceman nos presentan un futuro distópico en el que se supone que los polos se han derretido, inundando las zonas costeras y fragmentando la sociedad en dos: los que viven en la comodidad de la tierra firme y los que están rodeados de agua. Ricos y pobres. Ambos separados por un enorme muro que impide tanto el paso de las aguas como de los individuos. En este contexto, conocemos a Orson, nuestro protagonista, un humano de apariencia simiesca, que dedica su tiempo a recoger la chatarra entre las ruinas de la ciudad sumergida. Orson es un ‘spaceman’, uno de los 17 niños modificados genéticamente por los laboratorios de la NASA para soportar los rigores de la conquista de Marte. Cuando el programa espacial fracasó, los spaceman se convirtieron en una molestia y fueron abandonados. La vida de Orson pasa sin pena ni gloria, entre regateos con los compradores de su chatarra y sesiones de sexo virtual, hasta que se ve involucrado en el secuestro de Tara la mediática hija de una pareja de celebrities, protagonistas de El Arca, un reality show mundialmente conocido. En resumen, la historia de un tipo creado para realizar proezas pero que al final llevará una vida miserable y marginal. Eso tan humano que llamamos la inmediatez de la fama. Ensalzar a alguien para, al día siguiente, escupirle en la cara. Así, de un plumazo, Azzarello, critica la telebasura, las audiencias, el poder, la manipulación genética y, como decía, las bondades de la fama.
A pesar de los altibajos, que los hay, aunque disimulados de forma magistral por las ilustraciones de Risso, y a pesar de que el título nos sugiera una epopeya cósmica (nada más lejos de la realidad), podemos destacar y recomendar este cómic, no sólo por su arte, sino también por su originalidad, por la creación de un mundo demencialmente fascinante (aunque por desgracia sólo sirva de escenario), por la recreación de Marte y la estación espacial, por la sutil caracterización de los personajes, por esa jerga tan peculiar que emplean, por las espectaculares transiciones de una época a otra y por un final tan desconcertante como acertado. Por todo esto y más, creo que definitivamente los pros ganan a las contras.
Edición original:Spaceman
Publica: ECC Ediciones
Guión: Brian Azzarello
Dibujo: Eduardo Risso
Formato: Cartoné, 224 págs. Color.
Precio: 20€