No sé a ustedes pero a mí me apasiona eso de mirar entre bambalinas. Descubrir qué es lo que se esconde tras el resultado final, cómo las cosas llegan a ser lo que son aunque a veces no nos guste lo que vemos. Supongo que es lo único que me queda del periodista frustrado que soy. Me van a permitir, entonces, que les hable primero del creador para que puedan entender después a la criatura. Robert E. Howard nació en Peaster, un pequeño pueblecito de Texas a principios del siglo XX. El continuo traslado de su familia y la mala relación entre sus padres marcaron su infancia hasta convertirle en el tipo huraño y solitario que fue de adulto. Si a eso le unimos una delicada salud y el sobreproteccionismo de su madre, obtenemos a un maníaco depresivo, con varios intentos de suicidio desde los 17 años y que, como tantos otros, utilizó la literatura para evadirse de una realidad que no entendía. Finalmente, no pudo superar el coma irreversible de su madre y a los treinta años se quitó la vida de un tiro. Todo un romántico, literariamente hablando, claro.
Pero si por algo ha pasado a la historia Howard es por ser uno de los padres de ese subgénero denominado de Espada y brujería, al que contribuyó con personajes como Solomon Kane, Red Sonja, Kull de Atlantis y, sobre todo, el bárbaro más famoso de todos los tiempos, Conan el cimmerio. Injustamente en un segundo plano, no deberíamos olvidar que se encuentra al mismo nivel que J.R.R.Tolkien para los nuevos autores de novela fantástica.
Como la inmensa mayoría de su trabajo, los relatos de Conan fueron publicados en una revista pulp llamada Weird tales, en donde se reunía lo más rarito de la época. Allí, por ejemplo, conoció a H.P.Lovecraft con quien mantendría una estrecha relación epistolar. La ciudadela encantada, fue publicada en enero de 1933 y es el segundo relato corto que tiene a Conan como protagonista (puedes leer el original aquí y jugar a encontrar las diferencias). La historia narra cómo Conan, ya rey de Aquilonia, es apresado por Amalrus, rey de Ophir y enviado a las mazmorras de la Ciudadela escarlata, guarida del hechicero Tsotha-Lanti…¡Copón! Digo… ¡Por Crom, cómo le gustaba a esta gente los topónimos! En fin, en su huida, Conan se las verá con todo tipo de bichos y brujerías y luego, como no podía ser de otra manera, se cobrará su sangrienta venganza. Casualmente, en los mundos en los que pululan los personajes e historias de Howard, la mejor solución siempre es la violencia y la recompensa del héroe no es otra que la fortuna, el poder y las mujeres guapas. Todo de lo que carecía este hombre, sobre todo, si tenemos en cuenta que le tocó vivir en primera persona las calamidades de la Gran Depresión.Dime de lo que sufres y te diré cómo escribes… o algo así. El creador y su criatura ¿recuerdan?.
Sin querer abusar de su paciencia y aunque ya he rebasado la extensión habitual de estas entradas, no puedo dejar pasar esta oportunidad y hablar de la trascendencia de Conan más allá del legado de su creador: multitud de continuaciones por otros autores que siguieron escribiendo novelas y relatos ambientados en la era Hiboria (universo de ficción creado por Howard), juegos de rol, videojuegos y por supuesto, películas. La mejor, sin duda, Conan el bárbaro, quelanzaría al estrellato al siete veces Mr. OlympiaArnoldSchwarzenegger, en lo que ha sido su mejor papel hasta la fecha, eso sí, tenía tres frases contadas. Bueno, en Terminator y Terminator 2 tampoco estaba mal (ah, que también decía cuatro cosillas. Claro, claro, cómo olvidar el Hasta-la-vista,-baby). De ahí al Oscar, o mejor, a Gobernador de California. Luego vino Conan el destructor, que posiblemente sea una de las películas que peor han envejecido de la historia (por decir algo suave) y esta última que no he entendido muy bien en la que Khal Drogo se hace pasar por él… En fin, creo que tal y como están los guiones en Hollywood no tardaremos en tener noticias de Conan. Esperemos que al menos la historia esté a la altura, porque lo que se dice historias buenas, Howard dejó unas cuantas.
Edición original:King Conan: The Scarlet Citadel
Publica: Planeta DeAgostini
Guión: Timothy Truman (basado en relato de Robert E. Howard)
Dibujo: Tomás Giorello
Color: José Villarrubia
Formato: Cartoné, 104 págs. Color.
Precio: 14,95 €