Presentar a Guillermo del Toro es algo complicado si tenemos en cuenta que este rollizo simpaticón tiene la agenda más apretada que el escote de Yola Berrocal -por cierto, ¿dónde andará esta muchacha ahora?- Baste con mencionar alguno de los proyectos en los que ha participado como director, guionista, productor o a lo Juan Palomo, que también los tiene: Cronos, El espinazo del diablo (¿sabían que el propio del Toro contactó con Carlos Giménez para que realizara el story board?), Blade II, Hellboy 1 y 2, El laberinto del fauno, El orfanato, Splice, Biutiful, El gato con botas, El hobbit… Me he dejado unas cuantas pero no está nada mal, ¿verdad? Pues además de ponerse con las nuevas versiones de Pinocho y La Bella y la bestia, que vendrán en 2014 y un videojuego a lo Silent Hill que ya negocia con una compañía ‘grande’, el tipo debe ser uno de los mayores culos inquietos de la industria y allá por 2008 se puso a coescribir con su amigo y escritor de best-sellers Chuck Hogan (El príncipe de los ladrones) el primer libro de la Trilogía de la Oscuridad: Nocturna. Al que le siguieron Oscura y Eterna. Y como esta historia era carne de best-seller y los que tenían que dar el empujoncito, lo dieron, voilà superventas mundial y legión de fanáticos al canto. ¡Ojo! No estoy diciendo que estos señores sean unos oportunistas pero si dejas una bolsa de chuches en el patio de un colegio… Luego vendrán las pelis y hasta dicen que una serie para TV. Rumore, rumore. De momento, lo que ya es una realidad, es su adaptación al cómic. Aunque, la verdad, sabe mal que hayan convertido esta saga en serie. Sin ir más lejos, este primer volumen no llega ni a la mitad del primer libro. En fin, como diría aquél esto es un negocio y aquí estamos para ganar dinero.
La historia en sí no aporta grandes novedades al mito del vampiro (no es que esté todo inventado pero se roza el casi), a excepción de que en esta ocasión los no muertos no tienen colmillos sino una especie de aguijón de unos dos metros que les sale de la boca y que en las víctimas deja una herida casi imperceptible. Además, su sangre es blanquecina, no hablan, usan la telepatía y al tiempo que se alimentan expulsan las impurezas de la sangre de la que se alimentan. Sí, esto es una auténtica guarrada. Imaginaos el panorama. De lo que sí les puedo dar fe es de un gran número de potentes imágenes visuales que nos dejan a lo largo del relato y que anticipan que tarde o temprano será llevada al cine. Imágenes como la inicial, en la que todo un Boeing 777 aterriza en el aeropuerto JFK y al parecer todos están muertos. En cuanto a la aportación de esta versión en viñetas, mencionar que ha sido realizada por el guionista y dibujante David Lapham (Balas perdidas, obra con la que obtendría el Eisner en 1996) y que los dibujos corren a cargo de Mike Huddleston. Lamentablemente, poco más. No será este cómic quien revierta el manido tópico de que el original supera con mucho la adaptación, pero eso sí, ofrece la oportunidad al fanático perezoso de ahorrarse las quinientas y pico páginas de media que tiene cada tomo. Algo es algo.
Edición original:The strain. Vol.1
Publica: PANINI COMICS
Guión: David Lapham (basado en la novela de Guillermo del Toro y Chuck Hogan)
Dibujo: Mike Huddleston
Formato: Libro en tapa dura, 152 págs. Color
Precio: 17,95 €