Y es que la segregación racial era más que evidente en la segunda mitad del siglo XX. Una época en la que el Ku Klux Klan campaba a sus anchas y todavía se podían ver carteles que rezaban "negros no". Para que ustedes se hagan una idea, un hecho: el campus de la universidad de Mississippi fue invadido en septiembre de 1962 por miles de personas que trataban de impedir que un estudiante, James Meredith, se matriculara en el curso de ese año. El joven tuvo que ser protegido por agentes federales -no estatales ni locales- y pudo matricularse, con lo que se convirtió en el primer estudiante universitario negro. Con todo el bueno de Meredith tuvo que soportar todo tipo de amenazas y desmanes de muchos de los estudiantes de su universidad.
Es en este contexto social en el que se desarrolla esta historia, que nos sitúa como decíamos en 1968, y en Houston. Una ciudad en la que se hacía bien evidente la segregación, con distritos para blancos y distritos para negros. Y un tiempo en el que era normal, por ejemplo, llevar a los niños a ver rodeos organizados en prisiones, donde los reclusos se jugaban la vida por coger una bolsa de dólares que colgaba de uno de los pitones del toro. Es allí donde va a parar la familia de Jack Long, un periodista especializado en conflictos raciales, que comienza a trabajar en una televisión local. Junto a él viaja su mujer y sus tres hijos, que tratan de hacerse a una ciudad con bastantes más prejuicios que San Antonio, que es de donde vienen.
La historia nos presenta la relación que se crea entre este periodista y un líder estudiantil negro, Larry Thompson, que además de profesor dirige el Comité Coordinador Estudiantil No Violento. Dos hombres adelantados a su tiempo que tratan de dejar a un lado sus propios prejuicios para acabar con una situación que a todas luces les parece injusta. Algo en lo que los dos deciden involucrar a sus familias, para dar ejemplo y caminar juntos porque tal y como dicen en un momento dado "los hombres con conciencia tienen que unirse, o no cambiará nada". Un camino en el que a veces sienten la soledad del pionero, pero por el que siguen avanzando porque saben que la vuelta atrás es imposible.
El relato se centra en un momento concreto, pero refleja bastante bien la atmósfera de la época. Una época que como el propio autor recuerda, estaba cargada de prejuicios:
"Superar las barreras raciales en Houston en 1967 era, literalmente, un acto de valor. Existía la posibilidad, muy real, de la violencia, especialmente en nuestro barrio, Sharpstown, donde el Ku Klux Klan dejaba folletos promocionando reuniones enganchados con gomas elásticas a los pomos de la puerta de entrada."
Especialmente destacable es, por cierto, el momento en el que la familia de Larry va a visitar a la de Jack, a su casa de ese barrio de clase media-blanca. El autor cuenta que fue como si hubieran aterrizado extraterrestres en su jardín, que todos salieron a mirar, pero lo más bonito es el momento en el que los hijos de los matrimonios, antes de ponerse a jugar juntos, alucinan los unos con los otros por la textura de sus respectivos pelos. Nunca antes habían conocido a una persona que no fuera de su propia raza.
El silencio de nuestros amigos es, en definitiva, una buena historia. Una novela gráfica que refleja a la perfección el ambiente que se vivía en Estados Unidos los días previos al asesinato de Luther King, y que invita a reflexionar. La historia transmite y eso, además del guión, se debe a los acertados dibujos de Nate Powell, que maneja a la perfección el blanco y negro y una composición de lo más acertada.
Edición original: The silence of our friends USA
Publica: Planeta DeAgostini Comis
Guión: Mark Long / Jim Deonakos
Dibujo: Nate Powell
Formato: Libro en tapa dura. 208 págs. B/N
Precio: 16,95€