Tú no miras la TV, la TV te mira a ti
Imaginen si hace quince o veinte años os hubiesen dicho que, en el mejor de los casos, pasaríais una media de 3 a 5 horas diarias viendo por TV cómo un grupo de personas de nivel 1, o sea, ciudadanos corrientes y anónimos, se relacionan entre sí encerrados en una casa durante un tiempo determinado, sin hacer no se sabe muy bien qué, salvo aguantarse unos a otros, que ya es bastante. Y que no contentos con eso, veríamos cómo una inmensa mayoría de ese nivel 1 se volverá a dejar embaucar por las fuerzas mediáticas hasta el punto de poner en peligro su salud física y mental, que sé yo, en cualquier plató de sobremesa o isla perdida del Pacífico, para poder por fin convertirse en peleles y fugaz epicentro de miradas, formando así parte de un nuevo nivel (llamémosle 2) o lo que es lo mismo, círculo de pseudofamosos sometidos a todo tipo de infamias públicas para distracción de la audiencia y enriquecimiento del circo mediático, a cambio, eso sí, de algo de dinero y exclusivas, que tontos, lo que se dice tontos, tampoco son. Y cuando todos y cada uno de estos productos hayan sido lo suficientemente juzgados, ridiculizados y vapuleados, y empiecen a aburrir y dejen de ser rentables, siempre habrá una cabeza pensante que nos sorprenda con un más difícil todavía y nos ate de nuevo al sofá explotando el día a día de etnias minoritarias, rondas policiales nocturnas, restaurantes con truco, urgencias al 091 o mostrándonos cómo sobrevivir en las peores cárceles del mundo o buscando novia al garrulo de turno. Usted sólo muéstrese ya nos encargaremos nosotros de enseñar sus miserias... ¡Ojo! Y ni siquiera mencioné el hipnotismo abrumador de los concursos de talentos. Visto con perspectiva asusta, claro. Pero simplemente estoy enumerando la programación actual de los canales abiertos. Bendita TDT. Hay que ver cómo nos la colaron… ¿A que si ahora os dijera que ya se trabaja para que dentro de unos años dé comienzo el reality definitivo, el mayor y más ambicioso espectáculo jamás televisado, un show que retransmitirá 24 horas y de forma ininterrumpida, la llegada del nuevo mesías…, no os sorprendería ni un poquito? Normal.
El Evangelio según San Murphy
Año 2019: J2 es el reality show más polémico y del que todos hablan (y cuando digo todos, me refiero a todos). Un programa cuyo objetivo es retransmitir la vida en directo de Chris, un clon de Jesucristo creado a partir de ADN extraído del Santo Sudario. Pues bien, este punto de partida, controvertido pero hipotéticamente viable, no es la nueva entrega de Black Mirror, sino la mejor forma que ha encontrado Sean Murphy (dibujante de Hellblaizer, American Vampire: Selección Natural o Joe el Bárbaro) de espantar sus miedos. Y es que el germen de esta historia nació en 2002 tras leer algunos artículos sobre clonación pero realmente ha sido la crisis espiritual por la que ha pasado el autor la que le empujó a comunicarla de la forma que mejor sabe. Para él ha sido su tabla de salvación, para nosotros, un auténtico regalo. Con esta obra, se consolida como autor integral, asume riegos que se le presuponen a escritores más experimentados y, sobre todo, convierte este tebeo en una sucesión de planteamientos más que interesantes. Vamos, que no sólo van a disfrutar leyéndolo sino que les obligará a pensar al hacerlo y eso siempre es de agradecer.
Olvida lo que conoces, Jesús te odia
Tratar un tema como la religión es delicado. No sólo por lo que supone sino por la cantidad de ruido que genera. En este relato tenemos a creacionistas, fundamentalistas que niegan la teoría evolutiva de Darwin, tertulianos televisivos que proponen visiones empíricas o incluso Nuevos Cristianos respaldados por la Asociación Nacional del Rifle y el Tea Party. Casi nada. Todos y cada uno de los puntos de vista posibles están retratados en las reflexiones de alguno de los personajes que forman el elenco de esta historia. Y lo mejor es que todos encajan con una credibilidad que asusta porque evolucionan con una lógica dramática aplastante. Una pista, el joven Chris, obviamente, sale rana y lejos de ser el nuevo salvador, se abraza al ateísmo más combativo convirtiéndose en una estrella del punk y adaptando su mensaje nihilista a una sociedad dominada por el dogma religioso.
Mención aparte merece el trabajo artístico. Como fanático de este dibujante sé que no tengo mucha credibilidad pero no me negarán que ante el aluvión de policromía generalizada en el mainstream comiquero, la propuesta en B/N de Murphy destaca, entre otras cosas, las virtudes del entintado, que él mismo realiza y profundiza el nexo de unión con la subcultura punk. Sólo recuerden algunas de las imágenes de Ramones, The Clash o Sex Pistols que hoy forman parte del imaginario colectivo. Pues bien, cualquiera de las portadas de cada uno de estos seis números podrían perfectamente haber sido carátulas de alguno de sus vinilos.
Edición original: Punk Rock Jesus 1-6 USA.
Publica: ECC Ediciones
Guión y Dibujo: Sean Murphy
Formato: Rústica, 224 págs. B/N
Precio: 16,95 €