Y, por supuesto, para hablaros de ellos, nos tenemos que remontar a principios de los 60. Y una vez ahí, no podemos hablar del todo sin mencionar las partes. Y si estamos en la década del Flower power y vamos a hablar de la editorial Marvel, gran parte de la culpa de todo lo que se gestó tiene nombre y apellidos: Stanley Martin Lieber akaStan Lee.
Hace tiempo os recomendamos un libro publicado por Panini que recogía la historia con mayúsculas de la Casa de la Ideas, y que todo friki que se precie debería lucir orgulloso en su mesita de noche. Ya os contamos cómo un cuarentón y frustrado Stan Lee, editor, creativo y primo político de Martin Goodman propietario de Marvel Comics, tenía más que decidido abandonar la editorial debido a eso que más de uno sentimos a menudo en nuestros trabajos: hastío, falta de reconocimiento, rutina, etc. Y todo porque durante más de quince años el bueno de Stan había cumplido al dedillo el modus operandi de su primo y jefe. O sea, arrimarse al sol que más calienta: Que a la gente le da por el oeste pues venga forajidos y apaches; Que ahora se llevan las invasiones alienígenas pues te van a salir marcianitos de las orejas. Lo mismo ocurrió con el terror e innumerables colecciones que surgieron al abrigo de las modas. La gota que colmó el vaso fue el encargo que Goodman le hizo de ‘copiar’ la idea de reunir a varios superhéroes de la editorial, como DC había hecho con Justice League of America (JLA) y que tan buenos resultados de ventas estaban cosechando.
Así que nos encontramos en algún momento de 1961, con un Stan Lee decidido a dar el paso de abandonar la editorial y continuar su carrera de escritor, probando suerte en otras facetas como el periodismo o la literatura. Entonces, es cuando aparece la figura de esa gran mujer que hay detrás de todo gran hombre: la señora Joan Lieber. Conocedora, por supuesto, de la crisis de su marido, le sugiere, ya que la decisión está más que madurada y no tiene nada que perder, ¿por qué no escribir lo que realmente tenía en mente? El resultado, como la mayoría de ustedes sabe, se conoce con el nombre de Los 4 fantásticos, un rotundo éxito gestado a la sombra de las ideas ‘no convencionales’ que Lee puso en marcha y que consistían en humanizar a los personajes del grupo, dotándoles de personalidades definidas, lo que suponía, por un lado que no siempre existiría armonía entre ellos y por otro, que tendrían defectos, consiguiendo que los lectores empatizasen con ellos. En pocos meses, los quioscos se llenaron de numerosos superhéroes a cada cual más poderoso, extravagante y, cómo no, con esa ración de imperfección que tanto gustaba: Spiderman, Hulk, Thor, Hombre Hormiga, La Avispa y nuestro alcohólico favorito: IronMan. Luego vendrían Doctor Extraño, Daredevil, La Patrulla X, Sargento Furia, más tarde ascendido a coronely un jodido sinfín de espectaculares superhéroes. Pero cada cosa a su debido tiempo.
Esta revolución convirtió a la ‘pequeña’ Marvel en la sensación del momento. Pero como hay cosas que nunca cambian, cuentan las malas lenguas que Goodman, a pesar de haber engrosado su cuenta corriente de lo lindo, seguía en sus trece y le pidió a su director editorial que creara un grupo ‘parecido’ a Los 4 fantásticos y un personaje marginal al estilo de Spiderman, sus dos grandes superventas. A esas alturas, Stan Lee, que había perfeccionado el pase de chicuelina como nadie, aceptó la propuesta pero hizo lo que le dio la gana como venía siendo habitual. El resultado: La Patrulla X y Daredevil.
Y llegamos a septiembre de 1963 y con él al quid de la cuestión. Con toda lógica, JackmultiusosKirby,dibujante de la casa, se encargaría de La Patrulla X, como ya hiciera con la mayoría de criaturas, quedando Daredevil en manos de un autor muy estimado por Stan Lee: Bill Everett. Por lo visto la estima no era del todo recíproca, y debido a circunstancias de la vida, las páginas del primer número del Hombre sin Miedo comenzaron a retrasarse hasta que saltaron todas las alarmas. Constatada la imposibilidad de llegar a la fecha de entrega pactada con la imprenta hubo que recurrir a un plan b. Al bueno de Stan no se le ocurrió otra cosa que lanzar una nueva colección donde se reunieran la plana mayor de héroes presentados hasta la fecha. ¿Y quién mejor para encargarse de estas nuevas historias que sus co-creadores? De nuevo el tándem Lee-Kirby salvando el culo a la Casa de las Ideas. Por cierto, olvídense de todas las especulaciones sobre los motivos de esta primera selección de personajes. Es tan sencilla como lo que les cuento: No había tiempo que perder en la creación de nuevos personajes. Además, Kirby como co-creador, se los dibujaba con los ojos cerrados. Lo que viene siendo un roto para un descosido.
Así pues, a excepción de los 4F que ya formaban un grupo y del trepamuros, que sufría de soledad congénita, el resto fueron al saco. Carisma no les faltaba y si lo piensan, a excepción de Hulk, que ni mucho menos era la juerga padre, lo contrastaba con una personalidad impredecible que daba mucho juego. Otro de los aspectos más atractivos de este equipo era el hecho de que su formación estaba constantemente abierta. A nadie extrañaban las idas y venidas de unos y otros. La más sonada el ‘intercambio’ de cromos de Hulk por el reaparecido e icónico Capitán América.
Y hasta aquí puedo leer. Me temo que el origen de Los héroes más poderosos de la Tierra, no hace justicia a sus extraordinarias historias y es más bien fruto de la emergencia y casualidad que del ingenio. Sin embargo, también es cierto que en más de una ocasión, he leído a Stan Lee proclamar a los cuatro vientos que el germen de Los Vengadores fue la insistencia de sus cientos de miles de fans demandando más crossovers (o apariciones de personajes que tenían lugar en otras publicaciones). Pero claro, ¿quién en su sano juicio es capaz de creerse lo que diga uno de los más grandes cuentacuentos de la historia?
Edición Original: Marvel Gold. Los Vengadores 1
Editorial: Panini Cómics
Guión: Stan Lee
Dibujos: Jack Kirby y Din Heck
Formato: Libro en tapa dura, 560 págs. Color
Precio: 39.95 €