La cornada grave que sufrió El Cid nada más comenzar la faena de muleta a su primer toro y la oreja que le cortó Pepe Moral a un encastado ejemplar de Adolfo Martín fueron las notas más relevantes de la penúltima corrida del abono de San Isidro celebrada en Las Ventas. El Cid sufrió el percance cuando daba los primeros pases de tanteo al segundo de la tarde, un toro que no se empleó en los primeros tercios y que, en una mínima duda, prendió al sevillano, le volteó, le zarandeó y le volvió a levantar desde el suelo, ya herido, colgado de su pitón derecho. Fue así como la corrida quedó en un forzoso mano a mano entre Moral y el madrileño Ángel Sánchez, que tomaba la alternativa en una corrida por cierto nada fácil para un debutante en el escalafón mayor.
La corrida, por otra parte, estuvo marcada por la inestabilidad del clima -en dos horas y cuarto hizo frío y viento, llovió con fuerza y, finalmente, salió sol- y por la generalizada falta de raza de otro encierro "torista" que tuvo la clamorosa excepción de un quinto ejemplar que propició el único triunfo reseñable. A ese toro, más espectacular que bravo en el tercio de varas, le cortó una oreja el sevillano Pepe Moral tras hacerle una faena que comenzó a gran nivel pero que fue bajando en intensidad a medida que el animal perdía también inercia en sus embestidas y pedía ser más y mejor llevado.
El cenit del trasteo fue la excelente serie de tres naturales y su remate con que se abrió, todos de una intensidad y un trazo tan largos que Moral ya no logró volver a repetir más en algunas fases de un empeño meritorio pero que tuvo ciertas inconcreciones técnicas,la mayoría de colocación, que le impidieron macizarlo. Contó casi siempre la casta y el poder del toro para darle al conjunto la emoción que se echó en falta durante el resto de la corrida, hasta el punto de que gran parte del público pidió para el de Adolfo Martín la vuelta al ruedo en el arrastre una vez que se le concedió una justa oreja a su matador, que antes no había podido hacer nada con un tercero rajado y negado a la embestida.
Ángel Sánchez, por su parte, pudo dejar algunas muestras de sus buenas maneras y de su clásico estilo solo con el toro del doctorado "Mentiroso" de nombre-, al que le faltó casta y celo, pero los otros dos "adolfos" que tuvo que matar pusieron a prueba, con sus dificultades, su lógicamente escaso bagaje profesional. Con todo, no se arredró el nuevo matador, sino que, al borde del percance en varias ocasiones con el "orientado" tercero y con el reservón sexto, hizo con ambos un largo y notable esfuerzo sin dejar por ello de intentarlo todo con mucha sinceridad.