Planeta ha publicado una treintena de sus libros y editará el próximo en junio

Megan Maxwell: "Mis libros eróticos no son para menores de 18, hay una edad para todo"

Más de millón y medio de ejemplares vendidos en cinco años han convertido a Megan Maxwell en la escritora más leída en España. Publica a un ritmo incansable de tres libros al año y para no aburrirse, dice, alterna novela romántica, erótica y romántica medieval. Pese al éxito de ventas, sigue reconociendo estupor cuando se descubre en las listas de los más vendidos o cuando ve cómo sus novelas inundan las librerías. "Es que esto –confiesa a Onda Cero- no me lo podía esperar, todavía alucino".

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Madrid |

Guerreras y guerreros es el término con el que se autodenominan sus seguidores, una legión en España, en América Latina y más allá, porque sus libros se han traducido a 10 idiomas. También va rompiendo estereotipos, porque entre sus lectores crece el número de hombres, aunque ellos aún no se atreven, asegura, a reconocerlo.

"Me dicen en privado que les gusta uno de mis libros y cuando digo pues ponlo en el muro como todo el mundo, me dicen no, porque se van a enterar mis amigos de lo que leo. Y te estoy hablando de tíos de 30, 40 y 50 años, no de chicos de 20".

Pero es que además, Megan Maxwell lucha contra los prejuicios, por eso reniega del concepto novela rosa: "Yo no escribo novelita rosa. Novelita rosa se escribía en una época en esta vida en que el mundo era diferente, las mujeres se mostraban diferentes y la sociedad era diferente. Yo escribo novela romántica con una actualización de la persona. Intento que la chica de la que hablo sea una guerrera".

Un sello en la portada de las novelas eróticas

El asunto no es baladí, hay voces que culpan a la novela erótica de confundir a las adolescentes, de crear prototipos femeninos que no se corresponden con la realidad. Maxwell es la única escritora de este género que sella la portada de sus novelas con una advertencia: no apto para menores de 18. Y lo reivindica: "Lo propuse yo a mi editora porque a mí me leen adolescentes y yo sabía que en el momento en el que saliera 'Pídeme lo que quieras' o 'Adivina quién soy' o cualquiera de las eróticas, iban a intentar leerlas. Y seguramente las leerán pero por lo menos, cuando lo compran, ahí ya le estamos diciendo esto es para mayores de 18 años. Porque yo pienso que para todo hay una edad y para la literatura erótica tienes que ser un poquito más mayor y tienes que estar un poco más formado en la vida para entender estas cosas".

La novela erótica ha terminado de encumbrar a Megan Maxwell al Olimpo de los más vendidos y ha desbordado la avalancha de seguidores, convirtiéndola en protagonista de situaciones peculiares, como salir escoltada de un aeropuerto en Chile, ser diana de paparazzis espontáneos o escuchar de sus fans que se han tatuado en el pubis el título de su novela más vendida: 'Pídeme lo que quieras'.

En la consulta de los sexólogos

Junto a esas situaciones estrambóticas, se ha visto involucrada en otras sorpresas, como recibir la llamada de algunos sexólogos que recomendaban a sus pacientes la lectura de sus libros. "Y a mí me llamaba la atención –asegura- y pregunté por qué. Me explicaron que en mis novelas las parejas hablan de sexo y que el problema de las parejas, cuando llevan ya un tiempo, es que no hablan de sexo y no se atreven a contarse sus cosas y sus gustos".

Novelista erótica, escritora romántica, fenómeno de fans, líder de ventas. A la Megan Maxwell que un día soñaba con publicar con Planeta cuando pasaba por la sede de la compañía en Barcelona ("la de la fachada sembradita de plantas") aún le sigue dando un pálpito cuando ve a alguien leyendo una de sus novelas "y me gustaría preguntarles si les gusta la novela, pero me da vergüenza así que sonrío, les miro y sigo para adelante".

Convertirse en Megan Maxwell también ha dado un vuelco a su vida. Ya no es la secretaria que un día fue, dedica sus horas a la pasión de escribir, no piensa en el dinero si quiere hacer un viaje con sus hijos y, sobre todo, ha podido comprarle a su madre, al fin, una casa con ascensor.