Miguel Ruiz: "Colón no fue esclavista ni hubo genocidio; tirar sus estatuas es absurdo"
El historiador Miguel Ruíz Montañez lleva años divulgando sobre la figura de Cristóbal Colón y el Descubrimiento en diversas universidades américanas. En su anterior novela 'La tumba de Colón' (2006) ya abordó algunas cuestiones interesantes sobre la figura y legado de uno de los personajes todavía más enigmáticos de la historia universal. Ahora nos presenta 'La sangre de Colón' (Harper Collins), una novela que intercalando la ficción con episodios reales, nos devuelve a la gesta del gran marino hoy denostado por deternimados sectores guiados por intereses no del todo claros.
Los altercados en diversas ciudades norteamericanas tras el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de la Policía han incrementado la tensión. Con el argumento de acabar con cualquier vestigio racista en las calles de las ciudadades norteamericanas, una ola de ira desatada se ha elevado contra las estatuas de Cristóbal Colón. Pero es que se han llegado a derribar estatuas del mismísimo George Washington y se ha llenado de pintadas alguna estatua de Miguel de Cervantes, autor de 'El Quijote', la obra más grande jamás escrita en lengua castellana.
El profesor Miguel Ruíz Montañez rebate los argumentos de los manifestantes antirracistas que vandalizan las estatuas de Colón. "Es absurdo derribar sus estatuas", nos dice, porque "él no fue ni esclavista, ni genocida". En el fondo de todo, el profesor Montañez considera que hay un afán de "revisionismo" de la historia al antojo de la ideología de determinados grupos. También desde España, algunas formaciones políticas han alentado ataques contra las estatuas de Cristóbal Colón, en ese intento por revisar la historia a su modo.
Con numerosas sombras y enormes logros, la Conquista de América ha de ser, sin duda, objeto de debate y reflexión. "Pero no se puede ver con ojos del sigló XXI", dice le profesor Ruiz Montáñez, lo que ocurrió hace más de 500 años.
En 'La sangre de Colón', se nos lleva a la ficción a la figura de Álvaro, un historiador experto en Cristóbal Colón a cuyas manos llega un retrato de Colón -cuyo verdadero rostro es desconocido para todos-. El rostro aparece por accidente bajo la falsa pintura de otro cuadro. Este descubrimiento sin parangón, le permitirá retomar su carrera de investigador desde lo más alto y además con notoriedad mundial. Hasta que, en plena presentación oficial del cuadro en Nueva York, explota a plena luz del día y, en mitad de su momento de gloria, la estatua del descubridor en Columbus Circle.