El documento explica que en los primeros años de la crisis, la tasa de ahorro se disparó como respuesta a un entorno muy adverso, con altos niveles de incertidumbre, hasta situarse en el 13,4 % en 2009. La tendencia cambió a partir de 2010 y, especialmente, a partir de 2014, cuando el consumo de los hogares empezó a crecer -sobre todo en bienes de consumo duradero, cuya adquisición se había pospuesto durante la crisis- en un contexto de recuperación del empleo con mejores perspectivas de encontrar y mantener un trabajo.
La tasa de ahorro ha caído así a "niveles históricamente bajos", hasta situarse por debajo del 6 % en 2017. A esta tendencia ha contribuido la evolución del crédito, cuyo acceso se endureció en los primeros años de la crisis, lo que condujo a una corrección del nivel de endeudamiento, con la consiguiente bajada del peso de los pagos de intereses, lo que ahora permite mantener el consumo con menos ahorro.
Para los próximos años, el Banco de España espera que la tasa de ahorro de los hogares recupere niveles próximos a sus promedios históricos -para situarse entre el 8 % y el 9 % en 2020- a medida que se desaceleren las rentas de las familias, se modere el consumo de bienes duraderos y las condiciones no financieras no sean tan favorables.