La entidad advierte en su último boletín económico de que este escenario favorable presenta unos riesgos que han empeorado "apreciablemente" en los últimos meses y que en el ámbito doméstico tienen que ver con las dudas sobre si las futuras políticas económicas incidirán negativamente en las decisiones de gasto de empresas y familias, sobre todo si la incertidumbre política actual se prolonga.
En opinión del Banco de España, este peligro solo se conjurará si se da prioridad al proceso de reducción del déficit público, "esencial para mantener la confianza", y si se persevera en la aplicación de reformas estructurales que reduzcan las vulnerabilidades de la economía y permitan mejorar su capacidad de crecimiento.
Los riesgos exteriores vienen dados por las debilidades a las que se expone el crecimiento mundial, sobre todo algunos mercados emergentes, y que se han puesto de manifiesto con las recientes tensiones en los mercados financieros internacionales.
La entidad supervisora prevé que en este bienio se seguirá creando empleo a tasas elevadas en relación al crecimiento de la economía, en un entorno en el que los costes laborales aumentarán moderadamente, en tanto que la población activa se incrementará de forma "muy modesta", lo que al final de 2017 situaría la tasa de desempleo ligeramente por encima del 18 %.
En comparación con las proyecciones macroeconómicas anteriores, de diciembre de 2015, el avance esperado del PIB para 2016 se ha recortado una décima por la ligera actualización a la baja en el crecimiento mundial, por la apreciación del tipo efectivo del cambio del euro y por el descenso de las cotizaciones bursátiles.
En términos generales el crecimiento de la economía en 2016 y 2017 se apoyará en la persistencia de unos precios del petróleo reducidos, en una política monetaria expansiva, en la recuperación progresiva de los mercados de exportación y en el comportamiento favorable el mercado de trabajo.
No obstante, la economía se irá desacelerando a medida que pierdan fuerza algunos factores de carácter más transitorio como el abaratamiento del petróleo, la depreciación del euro durante 2015, la moderación de los costes de financiación o la rebaja fiscal del pasado ejercicio.
El Banco de España prevé que los precios de consumo caigan el 0,1 % de media anual en 2016, en tanto que comenzarán a repuntar en la segunda parte del año, hasta registrar un incremento medio del 1,6 % en 2017.
A lo largo del periodo de proyección, la expansión económica seguirá sustentada por la demanda nacional (consumo e inversión de familias y empresas), como viene ocurriendo desde el inicio de la recuperación.
Según la entidad, el consumo de los hogares mantendrá un dinamismo elevado, gracias a la buena evolución esperada del empleo y, en el corto plazo, a la caída del precio del crudo, mientras que la inversión empresarial se desacelerará por el debilitamiento transitorio de los mercados exterior y el fortalecimiento del euro.
El gasto en consumo de las administraciones públicas debería moderar su aumento en consonancia con los planes presupuestarios y en contraste con el elevado incremento de 2015.
En relación con el sector exterior, las exportaciones perderán empuje en el corto plazo, lo que se revertirá en el tramo final de este año y en 2017 conforme se recuperen los mercados exteriores.
Las ventas al exterior crecerán más que los propios mercados por la acumulación de nuevas ganancias de competitividad, mientras que el comportamiento de las importaciones vendrá determinado por la demanda final, sin que haya señales de que la mayor competitividad de los bienes españoles estén provocando un fenómeno de sustitución de los bienes de producción extranjera.