"El BCE está preocupado. Este es probablemente el mensaje principal de las actas de la reunión de julio", afirma Carsten Brzeski, economista jefe de ING Alemania, para quien la evaluación del banco central sobre las perspectivas de crecimiento y la inflación de la eurozona se ha vuelto más pesimista.
Según consta en las actas de la reunión del Consejo, durante el encuentro se planteó la necesidad de que el debate sobre la simetría en torno al objetivo de inflación del BCE "no podía separarse de una discusión sobre el nivel de este objetivo", aunque se señaló que "cualquier cambio futuro en el objetivo no debería usarse como una medida de política aislada", sino que debería vincularse a una revisión más amplia de la estrategia de política monetaria del BCE.
En cualquier caso, durante la discusión se apuntó que la clarificación de la naturaleza simétrica de la función reactiva del Consejo de Gobierno "no impediría una revisión completa de la estrategia de política monetaria en un momento posterior".
Por otro lado, tal y como el propio Mario Draghi daría a conocer en la rueda de prensa posterior a la reunión, los consejeros del BCE alcanzaron un acuerdo sobre la necesidad de introducir cambios en la orientación a futuro que ofrece la entidad, con el fin de incluir de nuevo la posibilidad de bajar los tipos de interés.
REANUDAR LAS COMPRAS DE ACTIVOS.
Asimismo, los banqueros centrales coincidieron en dar comienzo a los trabajos preparatorios para un nuevo programa de compra de activos, así como para crear un mecanismo que permita mitigar el impacto de los tipos negativos en la banca.
Sin embargo, las actas señalan que "se expresaron algunos matices sobre el diseño y los elementos individuales de un posible paquete de políticas", ya que se argumentó que la prima de los bonos a largo plazo de la eurozona ya se había comprimido durante bastante tiempo y que el riesgo de un endurecimiento injustificado de las condiciones financieras era mayor a corto que a largo plazo.
No obstante, prevaleció la opinión de que las diversas opciones deberían verse como un paquete, es decir, una combinación de instrumentos con complementariedades y sinergias significativas, ya que la experiencia había demostrado que una batería de medidas, como la combinación de recortes de tasas y compras de activos, era más eficaz que una secuencia de acciones selectivas.
"Todo lo anterior significa que el BCE se encuentra en una posición bastante incómoda", advierte Carsten Brzeski, quien señala que la entidad tiene que demostrar su disposición y determinación para actuar, al mismo tiempo que es consciente de que la política monetaria por sí sola no puede resolver por más tiempo el problema de bajo crecimiento y baja inflación de la eurozona. "Sin embargo, no hacer nada no es realmente una opción", reconoce.
De este modo, desde ING Alemania apuestan por que el BCE lanzará en septiembre sus "fuegos artificiales monetarios", incluyendo un recorte de la tasa de depósito de 20 puntos básicos, un pequeño sistema de niveles para mitigar su impacto en los bancos, así como el reinicio del programa de compra de deuda con un alcance inicial de 30.000 millones de euros.